área 7

Opinión:

El thriller es un género que se rige por unas normas preestablecidas, pese a que a lo largo de los años se ha ido adaptando a los nuevos tiempos, la acción, el suspense, la exageración, la traición y un final con los buenos como protagonistas, son constantes inamovibles para un tipo de literatura que va dirigida a un público muy concreto; “Área 7” sigue estas directrices sin salirse del camino.
 
Contando con elementos fantasiosos –que no fantásticos- Matthew Reilly (El templo) se adscribe a la moda del tecno-thriller –thriller tecnológico- inaugurado en su día por el fallecido Michael Crichton y que, a día de hoy, su “Parque Jurásico” sigue siendo el máximo exponente de esta corriente y, probablemente, la de más calidad. En este caso el Capitán de Marines Schofield no tendrá que lidiar con dinosaurios, lo hará con un grupo de traidores del ejército americano que quiere, literalmente, dominar el mundo. ¿Cómo?, muy sencillo: los chinos han desarrollado un virus –el sinovirus- que exterminaría a todas las etnias menos a la asiática, los americanos han desarrollado una vacuna que inmuniza ante ello pero, claro, hay facciones el ejército que lo quieren aprovechar con fines fascistas y volver a la América anterior a la guerra civil. Para conseguir sus propósitos no dudarán en hacer una auténtica caza al hombre en la persona del Presidente del mundo libre, al que han tenido la original idea de colocarle un detonador en el corazón conectado a bombas repartidas por todo el continente americano... si el Presidente muere, la nación entera lo hará. Para dar más realce a la hazaña todo ello culminará en una de las fechas más significativas para los Americanos, el 4 de Julio.
 
Y esta es la excusa perfecta para que Reilly nos deleite con 400 páginas de acción trepidante  y casi ininterrumpida, con sofisticado armamento digno de cualquier película futurista, con malos muy malos, y buenos buenísimos y con toda la suerte del mundo. “Área 7” colecciona tópicos desde el primer momento, avanza a golpe de misil, siendo toda la novela una enorme cuenta atrás que, aunque sabemos necesariamente cómo va a acabar, se sigue leyendo por la satisfacción de ver cómo el héroe se deshace de toda la escoria que le rodea. Que nadie me malinterprete, no estoy diciendo que sea una mala obra, por el contrario es una digna representante de su género, pero la escasez de la trama y de roce entre los personajes la alejan mucho de desmarcarse de las que iniciaron la senda, ciertas licencias que se toma el autor –en ocasiones veremos que los protagonistas saben cosas porque parecen haber tenido una revelación, sin más- deslucen un poco el conjunto de grandiosidad que se pretende dar.
 
Por otro lado, los protagonistas son estereotipos cada uno en un extremo opuesto de la escala de valores. Schofield, el Marine que representa el patriotismo en estado puro y, como no podía ser de otra manera, tiene valores y ética; y Charles César Russell, el villano con tintes megalómanos que no tiene escrúpulos ni conciencia. Me gustaría destacar aquí que el Presidente de U.S.A es un tipo absolutamente normal que no sabe pilotar Cazas, ni disparar misiles tierra-aire, es el único elemento realista de toda la historia.
 
Del estilo narrativo poco se puede decir, es bastante correcto, de una agilidad vertiginosa debido a cómo se sucede la narración, abundante en diálogos y repleto de descripciones sobre elementos armamentísticos y tecnológicos muy al gusto de los más devotos de las novelas con conspiración por el medio.
 
Los fans del famoso Agente Jack Ryan, de películas como Misión Imposible oMad Max, y del Bourne creado por Robert Ludlum, encontrarán un auténtico filón en “Área 7”, acción hasta el último minuto.
 
Patricia Rubiera