antídoto

Opinión:

Tras el comienzo de la lucha por la supervivencia a la que se encuentran abocados los pocos supervivientes que no sufren las consecuencias del ataque de las nanobacterias en la primera parte de la aventura, narrada en el anterior libro, "La plaga", es en esta continuación donde vamos a asistir al intento de controlar, por parte de unos, y de propagar sin ningún beneficio salvo el mantenimiento y regeneración de la raza humana, por parte de otros, de la vacuna que supuestamente permite al inoculado subsistir por debajo de la frontera de los 3000 metros de altitud, algo que hace que quien tenga dicha vacuna, pueda viajar y vivir en un mundo desolado donde incluso no queda ningún vegetal ni animal de sangre caliente.
 
Asistiremos pues a una carrera contra el tiempo de los anteriores protagonistas, el esquiador Cam Najarro y la experta en nanotecnología y creadora de la vacuna Ruth Goldman, a los que se une uno de los soldados supervivientes del final de la primera parte, el sargento Newcombe, que deben y quieren propagar la vacuna que portan en su sangre a todos aquellos núcleos de supervivientes mientras son perseguidos por todos los nuevos países que se han creado tras la catástrofe y que se quieren hacer con el control único de la misma.

El escenario, todo el territorio de los EEUU, cuya capital Leadville (una estación de esquí en las Rocosas), se verá asediada por chinos, rusos, canadienses e incluso rebeldes dentro de sus propias filas.

Así como en la primera parte se nos empezaba a explicar el porqué del inicio de la plaga y cómo se había ido desarrollando la organización por la supervivencia, en este segundo libro vamos a ir viendo qué piensan tanto Cam como Ruth que es lo mejor para los hombres. Hay que tener en cuenta que Cam es de raza negra (afroamericano), Ruth es judía (aunque no practicante) y Newcombe es el típico marine patriótico americano que pone por delante el servicio a su nación antes que el individuo mismo, lo que conlleva que, si bien en un principio deberían confiar entre ellos, no las tengan todas consigo, precisamente por su diferente cultura y educación.

Las diferentes situaciones que en la anterior reseña ya comenté que quedaban sin explicación evidente, empiezan aquí a ir rellenando los huecos que había y es imaginable que en la tercera parte (cosa que ya se avisa en el interior de la portada) termine tanto el argumento como la explicación de algunos de estos sucesos.

Durante la parte del camino donde no encuentran a nadie, el ambiente es agobiante (ayudan mucho las descripciones del autor), las sensaciones que los ocupan al tener que viajar embutidos en un traje de goma y respirando continuamente a través de una máscara antigas son muy cercanas al lector. No sería de extrañar que Jeff Carlson hubiese pasado algunos días en esa situación y creo que puede ser algo real cuando vemos los trailers que acompañan al libro, donde él es el protagonista de la narración.

La cosa cambia cuando encuentran e interaccionan con otros grupos de supervivientes, se dan cuenta que echan de menos la comunicación con otros seres humanos y liberan todas sus emociones y se dedican a disfrutar de la poca humanidad que puede haber en ese paisaje.

Se ahonda algo más en la personalidad de los protagonistas y se avanza en el hilo argumental iniciado en "La plaga". Y sobre todo de cómo algo que en principio es beneficioso para el hombre, acaba convirtiéndose en el instrumento de su erradicación y cómo, como se dice popularmente, “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”.

También se acerca algo más al lector al interior de la trama, haciéndole participe de toda la estrategia que movilizan todos los países para hacerse con el poder mediante el control de la vacuna, no con la idea de ser los salvadores de la Humanidad, sino como controladores únicos de la misma con el objetivo tener a los demás a su merced. Es decir, no una idea solidaria del hombre, sino más cercana, el ansia egoísta y desencadenante de muchas tragedias (guerras mundiales, por ejemplo) que es el ejercer el poder sobre un semejante.

Una idea que, al cerrar el libro y prepararnos a esperar la tercera entrega, nos entretendrá un buen rato, puesto que es algo que no este tan lejano como nos parece. Sobre todo os recomiendo su lectura al lado de una corriente de aire: en algunos párrafos agradeceréis sentirla en vuestra piel.  

Fernando Martínez Gimeno