Andrea Dunbar. Obra completa

Opinión:

Hija de un alcohólico violento, Andrea Dunbar (1961-1990) tuvo una infancia y adolescencia difíciles que sirvieron de combustible para sus obras de teatro, que permanecen como un testimonio de SOS, una petición de auxilio ante la vida que te ha tocado vivir. Nació en Buttershaw, un barrio de la ciudad de Bradford que es un ejemplo de ese entorno obrero golpeado por la crisis y el thatcherismo cuyos habitantes están abandonados a la violencia y el alcoholismo.

Con quince años fue madre, y según se nos cuenta en el iluminador prólogo del libro a cargo de Ángel Mirou, conoció la maternidad y el teatro a un mismo tiempo. El teatro serviría para que encauzara sus frustraciones y anhelos, y para dejar testimonio de lo que le había ocurrido a ella y sus amigas.

Su primera obra, The Arbor (las piezas se encuentran reunidas en orden cronológico) trata precisamente de un embarazo juvenil y las circunstancias en las que se produce. Por una serie de peripecias que vienen explicadas en el prólogo (que por cierto está escrito en lenguaje inclusivo, hecho que contentará a algunos lectores y horrorizará a otros), el texto acabaría siendo representado ni más ni menos que en el Royal Court Theatre de Londres bajo la dirección del mítico Max Stafford-Clark. Llegaría un documental de la BBC, y un reconocimiento que nunca fue buscado.

Después vendría la obra que mejor circulación tuvo en España: Rita, Sue, y también Bob, pues conoció una adaptación cinematográfica de cierto éxito dirigida por Alan Clarke. A partir de ese momento, su vida sería una montaña rusa emocional, sin salir de su barrio, con una adicción creciente al alcohol, y una trágica muerte encontrada cuando no tenía más que veintinueve años.

Las piezas teatrales aquí contenidas tienen sobre todo un valor de testimonio. Son sociales sin querer serlo, es decir, sin tener una conciencia de clase tanto como haber surgido desde unas circunstancias muy determinadas. No esperen grandes artificios teatrales, pues Dunbar no estaba formada como dramaturga ni había asistido a demasiado teatro. Lo que se encuentra en los textos es una sinceridad brutal, visceral, un testimonio lacerante de las condiciones propias y de su entorno. Constituye un ejercicio de observación protagonizado por alguien con una sensibilidad especial para captar lo que va mal a su alrededor.

Gracias a la editorial Barrett por rescatar para el público español este territorio personal del que tantas enseñanzas vitales pueden sacarse.

Rafael Ruiz Pleguezuelos