Anika entre libros

fuego del paraíso

Ficha realizada por: Pilar Alonso Márquez
fuego del paraíso

Título: fuego del paraíso
Título Original: (fire from heaven, 1970)
Autor: Mary Renault
Editorial: Edhasa


Copyright: © 1970, Mary Renault
© Edhasa, 2011
Traducción de Miguel Ángel Salas, cedida por RHM S.A.
1ª Edición, Marzo 2011 ISBN: 9788435062145
Etiquetas: ciclo esparta espartanos histórica sagas series trilogías

Argumento:


Alejandro Magno crece en una corte dividida entre los partidarios de su padre Filipo y de su madre Olimpia, que no duda en utilizar al pequeño para herir a su esposo.
 
El niño, inteligente y despierto, se granjea el respeto y el cariño de cuantos le conocen y comienza a aglutinar a su alrededor al grupo de fieles amigos que le seguirían durante toda su vida: Hefestión, Tolomeo, Haparo…
 
Las enseñanzas de sus preceptores, entre los que se cuenta Aristóteles, moldearán el carácter de un héroe de leyenda.
 
La autora
 
Mary Renault (1905-1983) fue una reconocida helenista y escritora. Tras licenciarse en Lengua y Literatura por la Universidad de Oxford, realizó estudios de enfermería y conoció al amor de su vida: Julie Mullard. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó tres años en el cuerpo de enfermeras británico, y escribió su primera novela. Finalizada la contienda, se fue a vivir con su pareja a Sudáfrica. A mediados de los años 40, ambas recorrieron gran parte del continente negro y casi toda Grecia. Mary Renault se interesó especialmente por la figura de Alejandro Magno, del que escribió una biografía y las tres novelas que conforman esta trilogía. Fuego del paraíso (1970) es la primera de ellas.

Opinión:


Alejandro Magno  es una figura mítica, una leyenda que la literatura y el cine se han encargado de acercar al gran público. Los libros de Mary Renault fueron de los primeros que cumplieron con la misión de darnos a conocer a tan emblemático personaje. Fuego del paraíso nos presenta a un Alejandro de cuatro años, un niño que ya entonces demuestra una gran capacidad de observación y que es utilizado por su madre Olimpia contra su padre Filipo, rey de Macedonia. 

Alejandro, tierno y vulnerable, crece rodeado de los soldados de su padre, escuchando historias de venganza y de lejanas batallas, tratando sin saberlo de ganarse el afecto de su progenitor y de contentar al mismo tiempo a su madre. Ese precario equilibrio le granjea no pocos sinsabores y el niño es utilizado como un peón en la guerra personal que mantienen los reyes. 

Pese a todo ello, Alejandro demuestra desde bien joven su inteligencia, su agudeza mental y su comprensión de las tácticas bélicas. Sus maestros Leónidas y Lisímaco (al que llamará Fénix por su afición a La Ilíada de Homero) moldearán su naturaleza impetuosa. El primero mediante un entrenamiento militar espartano, el segundo como pedagogo. 

Será en esos años cuando conocerá a Hefestión, con el que establecerá una relación de amor y amistad que se prolongaría durante toda su vida. Pero también será la época en la que se hermanará con Tolomeo (hijo no reconocido de Filipo) con un pacto de sangre, y en la que sellará un juramento de alianza con Lambaro, príncipe de los agrianos, pueblo guerrero e incontrolable. Ya entonces despertaba esa lealtad incuestionable en cuantos le conocían, y Mary Renault transmite perfectamente esa luminosidad y ese magnetismo que parecían definir su figura. 

La autora es capaz también de hacernos sentir la soledad de Alejandro, y su íntimo deseo de aceptación y de reconocimiento por parte de su padre. Dispuesto a convertirse en un hombre y a ganarse un lugar junto a Filipo, a los doce años parte en solitario con la misión de matar a su primer enemigo, y regresa victorioso y convertido en un héroe. A partir de ese momento, comienza a forjarse su leyenda. 

Poco después entra en su vida Bucéfalo, el caballo que le habría de acompañar durante casi toda su existencia. El momento en el que jinete y montura tienen su primer contacto es una de las escenas más impresionantes del libro. Alejandro, entonces de trece años de edad, demuestra una vez más su temple y su coraje, granjeándose con ello la admiración de Filipo, ya orgulloso de las anteriores proezas de su vástago. A partir de ese instante, a Olimpia, que no ha desaparecido de escena, le costará mucho más manipular a su retoño en su venganza personal. 

La evolución de Alejandro está magníficamente trabajada. Su carácter, firme y decidido, va forjándose a base de golpes y de superación personal. La necesidad de protegerlo que muestran quienes le rodean no es obstáculo para que corra sus propios riesgos, ganándose el favor de jóvenes y veteranos. 

Poco después del episodio de Bucéfalo entra en escena Aristóteles. Reclutado para ocuparse de la educación del príncipe, se establecerá en un lugar apartado e impartirá sus clases a Alejandro y a un selecto grupo de jóvenes. Teniendo en cuenta la grandeza del filósofo, es una lástima que Mary Renault no le proporcionara mayor protagonismo. Le concede un lugar de honor, pues son muchos los momentos en los que los personajes hablan de él o hacen referencia a alguna de sus enseñanzas, pero su presencia es más bien escasa e insustancial. Tal vez habría resultado mucho más interesante verle impartir más clases sobre ética, bilogía o astronomía. Mary Renault opta en cambio por proporcionar mayor protagonismo a la relación entre Hefestión y Alejandro, que charlan sobre los conocimientos adquiridos mientras se afianza su relación. Hefestión reconoce amar profundamente a su amigo, al que ansía tocar y abrazar, y la autora alude veladamente a la relación homosexual entre ambos en diversas ocasiones, e incluso ambos comparan su relación a la que existía entre Patroclo y Aquiles. 

Alejandro comenzará desde muy joven a participar en la guerra. Se cree tocado y bendecido por el dios Heracles, y su arrojo resulta proverbial. La sensación de que todo lo que sucede es obra de los dioses – tan característica de aquella época - planea sobre toda la obra, y esa creencia justifica las adversidades que por medio de la venganza o el castigo les hacen llegar los dioses cuando no están satisfechos. La autora introduce la mitología y las costumbres griegas, igual que los mitos y los rituales, formando un todo con la trama, de tal modo que algunos de los sucesos narrados carecerían de significado si no fuera por las arraigadas creencias de sus personajes. 

En cuanto al contexto histórico, Mary Renault traza un fresco de la época extraordinario. La grandeza de Esparta está casi extinguida, y es Atenas el foco de atención y el mayor enemigo de Filipo, encarnado en la figura de Demóstenes, orador y político. La guerra que terminará enfrentándolos en Queronea, con Tebas como aliada ateniense, es uno de los momentos estelares de la novela. Es cierto que la autora no se entretiene en exceso en los pasajes bélicos y, en cambio, explica con detalle la situación de los campos de cultivo o de las flores que crecían en el campo de batalla. El desarrollo de una contienda se ventila en unas pocas páginas, y llama la atención que utilice la misma extensión para hablar, por ejemplo, de la cría de los zorros y del mejor modo de capturarlos. Los enfrentamientos parecen no requerir el mismo celo, y por ello resultan un tanto confusos y sin apenas carga épica. Teniendo en cuenta que la vertiente militar de Alejandro Magno fue una de las más importantes de su vida, – Jenofonte era su autor de referencia -,se habría agradecido un poco más de detalle a la hora de narrar esos episodios. 

Esa confusión a la hora de escenificar un enfrentamiento armado, aparece también en algunos otros momentos de la novela, en los que el lector no sabe quién o de qué se está hablando, o no entiende alguna referencia (el caso de Pausanias es el más llamativo, especialmente debido a la trascendencia del personaje al final de la novela). 

En general, el estilo de Mary Renault resulta un tanto almibarado, y el ritmo en ocasiones se hace lento. Se detiene en explicaciones insustanciales o en sucesos irrelevantes y pasa atropelladamente por otros mucho más suculentos. No obstante, toda la obra guarda cierta coherencia y los personajes actúan en consonancia, sin que ninguno de ellos desentone. 

Es posible que Fuego del paraíso no sea el mejor libro de la trilogía, pero sin duda es imprescindible para aproximarse a la figura de Alejandro Magno. En él se sientan las bases de su carácter y de su personalidad a través de una imagen muy humana del héroe, con sus virtudes, con sus defectos y con sus puntos débiles; presenta a aquellos que le van a acompañar en el futuro; y nos ofrece una panorámica geográfica, histórica y social del mundo que le rodea. 

No puedo decir que la lectura resulte absorbente, pero sí que es atractiva, enriquecedora y sumamente interesante. La historia de Alejandro Magno no ha hecho más que comenzar y Fuego del paraíso es sólo el aperitivo. 
  
Pilar Alonso Márquez

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