¡Y tiro porque me toca!

Opinión:

Ya antes de abrir el libro, la imaginación evoca momentos de la niñez y de la adolescencia mientras el lector contempla la portada y la contraportada. Son recuerdos de otro tiempo, de otra época; eso sí, siempre que se tengan unos cuantos años, suficientes para haber tenido alguno o varios de los juegos representados en las cubiertas como si fuesen piezas de un mosaico.

Tal vez extrañe que haya dicho "uno o varios", pero en los años 60 muchas economías familiares no daban mucho de sí y había que apañárselas con lo puesto. Vale que en los 70 mejoró algo la cosa, aunque tampoco tanto.

Respecto al libro en sí, hay dos aspectos que conviene destacar antes de nada más. Sobre uno se trata de que no existe ningún índice, así que quien busque algo determinado, tendrá que ir pasando páginas, al menos hasta que encuentre la marca que lo comercializó, si es que se acuerda o formaba parte de la denominación, lo que siempre sería una buena ayuda.

Y el otro es que las páginas no están numeradas, supongo que alguien pensó que si no hay índice, para qué colocar unas cifras en las páginas con la dificultad de que resaltasen sobre el color de fondo, que hay muchos diferentes, de esa página concreta. Pues entonces, si el lector quiere marcar una en particular y no quiere estropearla con un doblez, no le quedarán muchas más opciones que un marcapáginas o esos papelitos con una banda autoadhesiva para volver a deleitarse con esas imágenes nostálgicas.

Bueno, dejando aparte esos detalles que no me han gustado, lo cierto es que he disfrutado a lo bestia recorriendo sus páginas. Desde la primera hasta la última, en muchas he recordado los juegos y juguetes que me acompañaron en aquella época, fuese de manera directa o a través de mis hermanos pequeños, que en varias ocasiones tuvieron lo que a mí me llegaba tarde o no pudo ser.

Al menos hay un cierto orden en el desarrollo del volumen y es que recorre los catálogos de las marcas principales que hubo en España durante esa época.

Así, tras una introducción de juegos clásicos como damas, parchís o juego de la oca, empieza con Geyper, que con su clásico Juegos Reunidos estaba en casi todas las casas con niños, aunque también recuerdo que algunos de aquellos juegos me resultaban extraños o aburridos, pero siempre había otros que sí eran interesantes y divertidos.

Luego llega Exin, del que destacaría, nada más porque los tuvimos, mejor dicho, los tuvieron mis hermanos, Cinexin y Scalextric, que dieron bastante juego, sobre todo el último, que tanto valía como circuito de carreras como de pista de lanzamiento cuando la conducción era más brusca.

A continuación llega Congost, que algo me suena haber visto, aunque debió ser en alguna visita, pues las imágenes me llegan de refilón y sin el movimiento de haber utilizado aquellos juegos.

Después es el turno de Cefa, que no sé si es porque tuviese un catálogo muy extenso o porque sus productos le encantaron al autor, pero lo cierto es que en un vistazo a grosso modo casi ocupa la mitad del libro. Aunque sea mínimo, si tuve algún contacto, como fue el Quimicefa, con algún que otro estropicio, y el 4 en línea.

Pues sí, "¡Y tiro porque me toca!" es un libro que permitirá al lector un nostálgico viaje en el tiempo hasta una época que quedó marcada en nuestra memoria y fue cuando se moldeó nuestro carácter. Un libro perfecto para regalar o para atesorar en nuestra biblioteca.

Selin