¿Dónde estaba usted el día del Desastre?

Opinión:

En este libro de relatos el autor, Adolfo Iglesias, nos entrega un buen puñado de historias, aderezadas con las ilustraciones de Dalton Kafka, que son tan sutiles que no nos cuentan nada, pero lo dicen todo. Las ilustraciones, digo. Eso es de agradecer.

Son relatos, catorce, que se desenvuelven en lugares que no pueden ser localizados ni en el tiempo ni en el espacio. Pero no se equivoquen, según los recuerdos de cada lector, seguramente os recordarán un sitio o dos… incluso en vuestros sueños.

Son historias que muestran escenas de la vida cotidiana, pero también mundos diversos, tanto así que podemos acompañar a unos guerreros a un destino inverosímil, caminar por el desierto, descubrir que los robots también tienen un cálido corazón o eventos que convierten en futuro en algo muy difuso. Un desastre, vamos.

Los relatos están escritos según la fórmula que más convenga, más breves o más extensos, según el tema que traten, pero siempre tienen un ambiente bastante denso, no oscuro, sino inquietante, a veces, poco esperanzador. Sin embargo, hay otros que te llevan por un sendero más luminoso y te devuelven un poco la esperanza en el futuro.

Hay relatos que rozan lo inverosímil, pero ¿el futuro no es así? Lo interesante es descubrir historias que te lleven por derroteros desconocidos y esto es lo que hace este libro. Se percibe una sensación de incertidumbre en muchas de las historias, de puzzle incompleto, que nos falta información y que la nave hace aguas por todos lados, pero no, es así… el autor lo mismo nos pide un poco de inventiva para que llenemos los huecos con nuestra imaginación.

Y esa es una de las cosas que destacan en el libro, sobre todo el cuento que da título a la obra… esa sensación de peligro no físico, sino desde dentro, de perder algo que parece intangible y que nos parte en dos. La memoria es un cable a tierra y por ello es una de las pocas cosas que tratamos de conservar pese a todo: fotos, recuerdos, papeles, lo que sea por sentir que dejas una huella en el mundo en que vivimos.

Así, varios de estos cuantos rozan en la distopía o en multiversos, en lugares sin tiempo (al menos no reconocible), que pueden darse o no. Historias que te quitan el sentido, que te hacen pensar un poco más, historias que van de la mano con tu propia imaginación para ir juntando las piezas que nos propone el relato.

Incluso historias que encienden una chispa, que te hace mirar hacia dentro y que forman parte de un itinerario interno que de pronto se hace visible. Es como si descubrieras restos arqueológicos de un futuro incierto, en la búsqueda de algo más. Incluso liberar tu soledad en una ciudad perdida en el desierto.

Relatos con personajes tan diferentes y tan cercanos a la vez, personajes que pudieran ser tu vecino o un amigo de infancia… y a la vez, tan disímiles que no logras encasillarlos en ninguna parte. Personajes volátiles y también unidos a la tierra irreductiblemente.

Son historias de echar la imaginación a volar y disfrutarlas como quien ve una serie de cortos que no tienen relación unos con otros, están ahí, simplemente, para el disfrute tuyo.

También hay una sensación de ausencias, de camino fortuito, de pensamiento errático.

Son relatos para beberlos a sorbitos. Como la vida.

Carol Inabé Barba