Yo, Robinsón Sánchez, habiendo naufragado

Opinión:

Eliacer Cansino ambienta una novela de aventuras y de aprendizaje en un entorno urbano y con el trasfondo de un cambio de vivienda y ciudad como motor del cambio que sacude la vida de Miguel. Una vida, por otra parte, que el joven intenta entender, aún sabiendo que sus padres le ocultan muchas cosas (y así queda reflejado en la novela: hay una parte de la trama de la que solo vemos las consecuencias pero de la que desconocemos las causas -aunque podamos conjeturar- porque los padres de Miguel no han querido hablar con él de todo ello. El autor refleja así la sobreprotección de los padres con respecto a sus hijos pero también, creo yo, la falta de interés de los hijos por las vidas adultas de sus padres o la vergüenza -o el pudor o el temor o el miedo a que se caiga el mito de los padres todopoderosos-  por preguntar sobre cuestiones que seguro resultarán incómodas e, incluso, dolorosas).

Sea como fuere, Cansino nos presenta a un personaje joven que trata de entender el mundo que le rodea al tiempo que intenta buscarse a sí mismo como persona y como futuro adulto. El autor utilizará ese camino de autoaprendizaje para hablarnos de cuestiones como el primer amor, las relaciones entre padres e hijos, la amistad, los compañeros de clase, el trato de profesores y directivos, la lealtad o la inclinación por el misterio que todos tenemos, sobre todo a ciertas edades.

Y es que Miguel, que encontrará refugio a su naufragio personal en una biblioteca y en el curioso y diverso grupo de jóvenes que se reúnen en ella, se verá envuelto en una trama de misterio y aprendizaje que seguirá las pistas al P. Zúñiga al que pertenecen un buen número de los ejemplares de dicha biblioteca.

Toda esta trama permite al autor introducir una importante reflexión sobre los libros y el conocimiento (sobre diferentes materias y puntos de vista científicos, religiosos y morales), abrir la puerta a la metaliteratura y a todo lo que tiene que ver con lo que la literatura nos hace sentir y nos enseña e introducir en la novela una serie de aventuras y retos que aumentan el interés y la intriga de la obra.

Esta novela, que fue publicada originariamente en 1992 y que recibió el Premio Internacional Infanta Elena, puede considerar ya un clásico moderno por la forma de hablarnos del amor a la literatura y al conocimiento y por su manera de explorar el amplio territorio, lleno de búsquedas e incertidumbres, que separa la niñez de la madurez.

Lidia Casado