El niño que quería matar

Opinión:

Lolita Bosch, española y mexicana casi a partes iguales con la casa y el corazón dividido entre ambos países, ha escrito uno de los libros juveniles más inquietantes que he leído jamás. Estoy acostumbrada a leer todo tipo de novelas juveniles, pero ninguno hasta ahora había conseguido que sintiera ese miedo interno que provoca lo real. Ni fantasmas, ni monstruos. No salen aquí esos fantasmas, ni tampoco los monstruos, pero de aparecer serían reales porque el joven que sufre el brote psicótico se ve a sí mismo como un monstruo, y esa mente suya que viaja libre y escapa a su control le provoca miedo a él y lo transmite al lector.

Entiendo que Lolita Bosch ha querido transmitir al lector el sufrimiento de una enfermedad mental tan desconocida para el común de los mortales que sólo vemos de una forma distorsionada por lo que nos muestran los documentales, las películas, los libros… Y de hecho ella -o uno de los personajes de la novela- lo sugiere en la propia historia: los que conocemos son malos o son tontos porque es lo que vemos en el cine y en los libros, y no es así, no tiene por qué ser así. Lolita Bosch pretende acabar con esa visión distorsionada y lo consigue.

Como adulta he vivido y sufrido con este pequeño Max, y como literatura joven que es soy consciente de que es una novela ideal para que los niños desde doce a dieciséis años aproximadamente -cuando aún todo esto es demasiado desconocido- conozcan de una forma muy cercana qué es y cómo funciona un brote psicótico.

La actuación de los padres en la novela es digna de admirar. Desconozco cómo reaccionan los padres ante situaciones así, pero las cualidades que Lolita Bosch da a estos son un ejemplo perfecto de cómo hay que hacer las cosas. Max tiene suerte, sus padres son comprensivos, mantienen la tranquilidad, le aseguran que no es culpa suya, le apoyan, le observan, le animan… No debe ser fácil actuar con esa diligencia ante un problema así, y yo me he sentido realmente admirada con esa forma de llevar las cosas.

"El niño que quería matar" ganó el XXXII premio Guillem Cifre de Colonya 2013. No es un libro divertido, no te arranca risas, no te hace llorar especialmente… pero se clava en el cerebro, te inquieta, te angustia, te hace sufrir con Max, y lo más importante: te hace conocer y comprender. Sin duda merecía el premio, y sin duda también sería una lectura ideal para estudiantes de instituto. 

Anika Lillo