Cara de otro

Opinión:

Pedro Riera se alzó con el VI Premio de Literatura Infantil Ciudad de Málaga de 2015 con esta novela que nos habla de superación, de diferencia, de aceptarse a uno mismo como es y de, incluso, sacarle partido a nuestros defectos. Perico, el protagonista de esta obra, un niño despistado y soñador, es un personaje realmente entrañable con el no cuesta nada empatizar y con el que, leyendo entre líneas, es fácil identificarse porque todos tenemos alguna característica que nos hace diferentes a los demás y que pesa sobre nosotros pero a la que podríamos darle la vuelta y sacarle partido con imaginación y actitud positiva.

Me ha gustado mucho la manera de enfocar los problemas de Perico: al principio se hunde pero luego intenta resolver la situación a su manera, puesto que no puede o no quiere contar con la ayuda de sus padres (teme preocupar a su madre, ya de por sí agobiada por la situación económica que atraviesan, e intenta hablar con su padre, pero, aunque dice lo contrario, parece tener cosas más importantes que hacer). Me parece muy realista esta situación, tanto por parte del niño que lucha entre ser mayor y responsable de sí mismo y acudir a un adulto que le ayude, como la de los padres, que a veces estamos tan centrados en nosotros mismos que, en realidad, no vemos lo que le pasa a nuestros hijos.

Perico tendrá, pues, que enfrentarse solo a su problema y buscar ideas para solucionarlo. Unas más creativas que otras y que, en cualquier caso, no conducen a ningún sitio. Pero esta parte le añade mucho humor a la obra, al tiempo que también nos hace pensar sobre la manera en la que afrontamos nuestros problemas y nos permite meternos en la mente de un niño de nueve años tan original como Perico.

Además de humor, la novela también tiene un toque de intriga, puesto que el protagonista trata de descubrir el porqué de tanta confusión respecto a su cara. Y, por supuesto, también tendrá que enfrentarse a las burlas y bromas de sus compañeros de clase.

Finalmente, Perico descubrirá una valiosa lección: lo mejor es aceptarse a uno mismo tal y como es y saber sacarle partido a lo que, en un principio, podrían parecernos defectos. Toda una lección de vida y autoestima que puede servir para trabajar muy bien el tema con los niños.

Así pues, nos encontramos con una obra muy amena y bastante divertida pero con mucho fondo y muchos temas sobre los que reflexionar que, además, está magníficamente ilustrada por Erica Salcedo.

Lidia Casado