brujilda

Opinión:

Alfonso Azpiri no sólo ha creado grandes obras, es que además sus hijas vienen detrás pisando fuerte. Diana Azpiri (“Diosas y guerreras”) y Lorena Azpiri (“La conexión Williams-Spielberg” y “La marca de Frankenstein” entre otros trabajos), nos llevan a la Edad Media en esta ocasión para escribir e ilustrar “Brujilda”.
 
Y como buen cuento, tiene su reino, su princesa inquieta, su bruja y su historia de terror (porque o son de amor, o son de terror, léanse Caperucita Roja o Hansel y Gretel).
 
El cuento es realmente chulo para niños y no tan niños, para contarlo o para leerlo. Es bastante seductor a pesar de tener lo típico de todas las narraciones infantiles: la bruja es muy mala, las hermanas princesas son todo lo contrario unas de otras, el rey es un bonachón, y ella, que sólo quiere aprender a ser bruja... es algo torpona. Le saldrá mal todo, hasta la visita a casa de Maquiavela, la bruja.
 
La “Brujilda” de Lorena Azpiri es encantadora: mona, con suaves tintes góticos –quizás esta imagen la proporcione su melena oscura y esa sombra que suele cruzar su frente, o sus deseos de ser brujita-, de grandes ojazos y mínimos labios, y muy estilizada. Una Brujilda que debe enfrentarse a su versión mala, y que Lorena Azpiri diferencia muy bien con gestos de risa perversa en Maquiavela, la bruja, cuando ocupa su puesto en el castillo.
 
La torpeza de Brujilda es lo que da un toque de humor al cuento, sobre todo en cada intento de hacer magia, que siempre le sale mal. Un cuento, por otro lado, largo, de 32 páginas bien redactadas, que resultan cercanas y simpáticas al lector, y generosa en narración, pero donde no sobra nada. Tiene también, cómo no, su punto inocente, por eso los mejores receptores del cuento serán los niños.
 
De formato apaisado y con tapas duras, todo el volumen está muy cuidado, incluido el diseño, pues hasta la tipografía es distinta: morada en vez de negra.
 
Sin duda Diana y Lorena Azpiri forman un buen equipo.
 
Anika Lillo