alejandro y la pesadilla de senoi

Opinión:

¿Quién siendo niño no ha sufrido una pesadilla que hacía de la hora de irse a la cama un tormento? Muchos hubiéramos dado cualquier cosa por encontrar la varita mágica que hiciera desaparecer a ese monstruo que esperaba agazapado tras nuestros párpados; Alejandro Frías nos la da en forma de brújula fantástica.
 
“Alejandro y la pesadilla de Senoi” es la primera novela publicada, que no escrita, del autor y saca nota a la hora de llevarnos al mágico país en el que todos los sueños se gestan.
 
La novela se desarrolla en dos planos: el Mundo de la conciencia, en el que vivimos mientras estamos despiertos, y Oneiros, al que nos trasportamos cada noche al cerrar los ojos. Mientras el mundo de la conciencia es rutina pura al que se le introduce un personaje inquietante como Ulises, Oneiros es imprevisible, todo es cierto y mentira a la vez, cualquier cosa es posible si creemos que puede serlo, es risas y miedo, sol y luna…lo es todo y es nada.

Es la creación de este mundo lo que hace de “Alejandro y la pesadilla de Senoi” una historia estupenda, todo está perfectamente orquestado y funciona con la lógica ilógica que tenemos mientras estamos en los brazos de Morfeo. Alejandro Frías recrea un universo fácilmente reconocible para cualquier persona con un mínimo de imaginación, repleto de la imaginería que puebla los sueños y las pesadillas, un mundo con muchos túneles, calles, submundos de un lugar intuido que dejamos de tener por real cuando nos hacemos adultos, Oneiros es el rincón del que no queremos salir, incluso en los momentos en que lo estamos pasando mal. Quizás las primeras vueltas a la realidad nos sacan un poco de la historia de fantasía que estamos viviendo pero, a lo largo del desarrollo, se hacen necesarias y superponen ambos lugares, las explicaciones sólo valen en el mundo de la conciencia, el País de los sueños tiene sus propias reglas y nada puede ser razonado.
 
El autor no se ha limitado a crear un Universo sin más, está dotado de misticismo, mitología clásica simplificada para el joven lector, de lugares comunes que nunca cansan, se nota el esfuerzo de Frías por acercarnos un mundo que, por desgracia, muchos hace tiempo que dejaron atrás. Ese mismo esfuerzo es patente en sus personajes, los niños se comportan como tal, los adultos viven en su mundo de preocupaciones y soluciones simplistas, y los seres de los sueños, son mágicos y entrañables (es difícil olvidar a Blue tras leer la historia), son ese amigo que todo niño quiere tener y el enemigo que quiere derrotar. Mención aparte merece Ulises, un personaje difícil de clasificar y que bien parece el Mago de los Sueños, enigmático y carismático, nos atrapa desde su primera aparición.

La única pega que le encuentro a la historia es que, en ocasiones, los niños utilizan expresiones no muy a tono con su edad, si bien esto ocurre en escasas ocasiones, nos choca una actitud tan poco infantil.
 
¿Pero qué es en realidad “Alejandro y la pesadilla de Senoi”? Es un canto al poder de la imaginación, a ese creer en las hadas que nos proponía J.M Barrie, nos obliga a aferrarnos a ese trocito de infancia que tenemos escondido y que, con lecturas como esta, sale a flote; también es una lección de lealtad y de promesas por cumplir, sin egoísmos o gratificantes recompensas, es hacer un favor porque te apetece ayudar a quien te ayudo, es una falsa utopía mágica porque en algún momento de nuestras vidas así eran las cosas.
 
Por tanto, y salvando esos dos pequeños detalles, “Alejandro y la pesadilla de Senoi” es una muy buena opción para viajar sin temor a los miedos infantiles, superarlos, divertirse y hacer amigos inolvidables por el camino, y todo girando las manecillas de una extraña brújula.
 
Patricia Rubiera