Una última cuestión

Opinión:

Empezar esta reseña sin destacar la figura de la autora del libro sería un pecado imperdonable, una omisión sin sentido que despojaría a la valoración de buena parte de su validez. Carmen Moreno, escritora, editora, poetisa y, en general, mujer echada para delante que se enfrenta a lo que le echen, no es una novata en el mundo de las letras. Carmen comenzó su andadura con la poesía, género o arte con el que ha recibido numerosos premios, ha realizado incursiones en el relato corto, en el que su voz también ha sido reconocida con galardones y en 2014 se adentró en el mundo de la novela con "Principito debe morir", un libro de ciencia ficción que no era, ni de lejos, sólo eso y con el que asentó una de las características que la definen como narradora y que vuelve a lucir en esta "última cuestión" que hoy nos ocupa: intentar encasillarla en un género es una tarea inútil. Y absurda.

En "Una última cuestión" hay un asesinato. Y un policía malhumorado. Y una investigación. Y un ayudante casi involuntario. Y secretos que salen a la luz. Hay un asesino, y un motivo, y un proceso de deducción, y un castigo y consecuencias imprevistas. Cumple, por tanto, con todos los cánones del género. Pero es también un fresco de nuestra época, una crónica a ratos desgarrada y a ratos llena de humor de lo que somos, de cómo somos y de cómo las grandes cuestiones políticas y económicas impactan en nuestras vidas. Hay una crónica de la España que se esconde tras las puertas de las casas, de esa que sólo se muestra en las reuniones de vecinos y que convierten una cumbre Estados Unidos-Irán en pan comido comparado con decidir si se arregla o no el ascensor de la finca.

Hay referencias cinematográficas (comenzando por el propio nombre de la película), musicales y literarias. El espíritu de Sherlock Holmes y su inseparabla Watson planean por toda la novela, pero hay también una forma diferente de contar las historias, un nuevo tipo de heroína que, muy lejos de la brillantez académica del detective británico, demuestra un conocimiento de la naturaleza humana que nace de la observación y reflexión tranquila en el sofá. De esa que sólo pueden hacer los que son invisibles para los demás. 

No hay grandes descripciones psicológicas, pero no son necesarias. Una única escena, en el primer capítulo del libro, nos muestra a la protagonista en todo su esplendor, y justifica de sobra cualquier acción que emprenda después. "Una última cuestión" no es una historia de crímenes, que también. No es una novela de misterio, que también. Es un retrato de nosotros mismos y de esa parte que no enseñamos nunca y que Carmen Moreno conoce tan bien. Y aunque sólo fuera por eso, merece la pena invertir dos tardes en su lectura. Porque además, por si fuera poco todo lo anterior, el libro es ágil, rápido, divertido, bien escrito y de los que te enganchan desde esa primera escena de Verónica en los baños de un gran centro comercial.

Con esta novela Carmen Moreno se confirma como una voz muy a tener en cuenta en el mundo de la novela. Y a mí como seguidora de todo lo que decida emprender.

María Martín