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tratado del buen uso seguido de los sueños raríficos de pantagruel

Ficha realizada por: Joseph B Macgregor
tratado del buen uso seguido de los sueños raríficos de pantagruel

Título: tratado del buen uso seguido de los sueños raríficos de pantagruel
Título Original: (traktatus o prípadném pití vína)
Autor: François Rabelais
Editorial: Melusina


Copyright: Traducción de Julieta Lionetti
1ª edición: marzo de 2009 ISBN: 978-84-96614-71-0
Etiquetas: mezcla de géneros novela varios géneros

Argumento:

Tratado del buen uso del vino y Los sueños raríficos de Pantagruel son dos obras breves atribuidas dudosamente a François Rabelais, inéditas hasta ahora en nuestro idioma. La primera de ellas es un divertido manual en el que se nos informa sobre los buenos méritos del vino a través de los consejos de un presunto maestresala de Pantagruel.

Los sueños raríficos de Pantagruel, en cambio es un libro que carece de texto alguno. Cada página aparece ilustrada son una serie de imágenes esperpénticas, monstruosas, y caricaturescas – en todo caso claramente provocadoras, dada la época en la que presuntamente fueron realizadas – y quizá pudieron servir de posterior inspiración en la obras de célebres pintores, escritores o poetas; Cervantes y El Bosco como ejemplos más evidentes.

Opinión:

El tratado del buen uso del vino ha suscitado siempre bastantes discusiones entre los expertos conocedores del autor de Gargantúa y Pantagruel ya que no terminan de ponerse de acuerdo sobre la autoría real de la obra en cuestión. Sucede que no existe versión original en francés del Tratado sino una única traducción en checo - Traktatus o prípadném pití vína - firmada por Martin Graus de Krausenthal por lo que se plantea la duda de si éste debe considerar tan sólo como una traducción sin más, cómo una adaptación libérrima del original rabelesiano o bien como una variación sobre un tema apuntado por el autor francés. Para la edición española, sin embargo, se ha tomado como referencia la traducción al francés que sobre la versión checa hicieron en la prestigiosa editorial Allia. Desde mi punto de vista, el texto conecta perfectamente con los libros más conocidos de Rabelais, Gargantúa y Pantagruel.

Ya desde el comienzo se nos informa que cómo el Tratado ha sido escrito por Maese Alcofibras, quien se auto-presenta como maestresala del gran Pantagruel. Refuerza aún más esta evidencia el hecho de que Alcofibras Nasier es el seudónimo bajo el cual Rabelais publicó Gargantúa y parte de Pantagruel.

Por otro lado, el contenido de la obra está relacionado directamente con el grito de guerra del voraz gigante, “¡A beber! ¡A beber!”, quien defendía a su vez la teoría de que “La vida es el vino del hombre”.

Parece incuestionable por tanto que estos consejos están especialmente pensados para animar a los bebedores pantagruélicos a continuar con tan “sana” afición. Según el maestresala, el vino cura las enfermedades interiores, nos aporta unas “heces firmes” y es ideal beberlo por las mañanas hasta que nos provoque el vómito para así limpiar nuestra tripa y emprender con alegría una nueva jornada. De igual modo, Alcofibras nos alerta también sobre todas aquellas cosas que nos pueden impedir el disfrute del vino- las mujeres, el agua y el trabajo – aportando prácticos consejos para evitar que tal cosa suceda.

Y está muy claro: lo que distingue al hombre de las bestias es que somos capaces de bebernos lo que nos echen. Además tal cosa cuenta con el beneplácito divino. Acordaos si no de Noé, por ejemplo o del Eclesiastés: “El vino alegra la vida”, (Qo, 10:19); pero también con el de filósofos griegos como Pitágoras que no sólo vivía dentro de un tonel sino que además era adicto al vino de Palermo. De este modo, justifica el maestresala las virtudes del vino y yo estoy totalmente de acuerdo con él.

En una época en la que si te pillaban borracho en la vía pública te podían amputar una oreja, un texto como éste sin duda tiene un alto componente de provocación; una sátira breve pero demoledora contra las instituciones, la religión católica, los usos y costumbres, etc.

Se desconoce también si fue realmente Rabelais o no el autor de Los sueños raríficos de Pantagruel así como cuál fue el motivo que le llevó a realizar un libro tan extraño o insólito como éste. Tampoco se sabe a ciencia cierta el significado que quiso darle a cada una de las imágenes que ilustran la obra, aspecto éste que da lugar a diferentes teorías que van desde los que le dan una interpretación satírica hasta lo que le dan un valor mágico e incluso diabólico.

Es indudable, eso sí, que cada ilustración encierra un misterio por si sola, un enigma que desvelar, una suerte de esperpéntico jeroglífico en el que animales, bestias y objetos adquieren forma humana… o viceversa, personajes presuntamente humanos nos regalan ambiguas caracterizaciones en las que se entremezclan rasgos animales con trozos de objetos, luciendo además una colección de miembros espectacularmente desproporcionados (manos, cabezas, falos, etc.); seres monstruosos pero a la vez divertidos o inquietantes, producto quizá de la pesadilla de un borracho o nacidos de un permanente estado de resaca.

Joseph B Macgregor

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