Sor Juana Inés de la Cruz. La resistencia del deseo

Opinión:

Sor Juana Inés de la Cruz no se llamaba así en un principio. Ella, una de las escritoras más importantes de la historia de Latinoamérica, nació con el nombre de Juana Ramírez de Asbaje, como explica Francisco Ramírez Santacruz en el largo inicio de "Sor Juana Inés de la Cruz. La resistencia del deseo", en el que se propone reconstruir los orígenes genealógicos de la poeta mexicana, así como el ámbito familiar que la precedió. Ya desde un principio, el catedrático deja en evidencia que los documentos más útiles para su labor de investigación han sido la biografía que escribió el jesuita Diego Calleja y los pocos textos autobiográficos de la poeta: la "Carta Atenagórica" y la "Respuesta a Sor Filotea de la Cruz". Efectivamente, estos son los únicos documentos fidedignos -en tanto que fuentes primarias- sobre la vida de sor Juana Inés de la Cruz; todo lo demás son meras conjeturas.

"Sor Juana Inés de la Cruz. La resistencia del deseo" pretende una detallada y desglosada recreación de la vida de la poeta mexicana, que durante años se movió por distintos ámbitos reflejados en su obra poética. Así, Ramírez Santacruz, tras el estudio familiar (admirable por su documentación y su profundidad científica), inicia el relato de la vida de la monja en su infancia, momento determinante para ella, según expresó en vida. Y es que fueron muchos los mitos que se formaron alrededor de aquella niña que muy pronto empezó a devorar la biblioteca familiar, que con tres años iba al colegio a escondidas de su madre y que se negaba a comer queso porque había oído que entorpecía el entendimiento.

La erudición de aquella muchacha se fue haciendo famosa, hasta el punto de que en 1664 la invitaron a la corte virreinal, donde convivió con Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo, marqués de Mancera. Ella sería la primera dama a la que sor Juana canta en sus poemas; más tarde llegarían también sus otras protectoras, María Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes y marquesa de la Laguna, y María Elvira de Toledo, condesa de Galve. Son muchos los poemas de casuística amorosa en los que sor Juana, tomando una voz masculina, se dirige a estas mujeres (ocultas en seudónimos como Filis) para reflexionar sobre el enamoramiento, los celos y la pasión.

En todo caso, la obra de sor Juana Inés de la Cruz cobra un segundo plano anecdótico en esta biografía, que se decanta por un estudio pormenorizado de su vida y las personas que con ella convivieron, pero deja de lado su producción literaria. Sí cobra más importancia la etapa que la poeta pasa en el convento de las Carmelitas Descalzas, al que entra en busca de tranquilidad para dedicarse al estudio y la contemplación. En esta línea, también hay cabida en el libro para los numerosos debates controvertidos de los que sor Juana fue protagonista, pues clérigos como Manuel Fernández de Santacruz, poderoso obispo de Puebla, acusaron a la monja de escribir una literatura excesivamente profana.

La biografía que ha escrito el profesor Francisco Ramírez Santacruz supone un gran adelanto en el estudio biográfico de sor Juana de la Cruz. Sin embargo, hay que decir que también peca de simpleza al no aportar mayores análisis o datos sobre su obra (el "Primer sueño" o el "Neptuno alegórico" son poemas de tanta importancia como los que pudo escribir Góngora) y al ignorar las opiniones y estudios de otros grandes expertos, como Octavio Paz.

Darío Luque