Sin rastro

Opinión:

Esta novela habría sido redonda si en un momento dado Caroline Eriksson hubiera dejado claro que la persona que hablaba era otra. Me explico: la novela es brutal, esa confusión de Greta hace que estés muy pendiente de su estado psicológico, un detalle importante y que la autora ha llevado con maestría; ya muy avanzada la novela sigues leyendo a la mujer y de pronto es otra. Es otra porque lo que dice es justo lo contrario -o algo así, es difícil de explicar sin spoilear- o está en otro lado de la versión pero sigue siendo igual: una mujer maltratada, vejada, humillada, que viene de una familia donde ya otra esposa aguantó, soportó, por lo tanto la historia se repite… Una mujer que por su hija haría lo que fuera. Y en ese momento, en ese capítulo concreto empiezas a preguntarte si has metido la pata leyendo, si te has perdido algo, si lo has leído o entendido mal… Son muchas las personas que justo ahí abandonarían el libro pensando que esto es un lío, pero como a mí no me gustan los libros fáciles (o dicho de otra forma: me gustan más los complicados porque te llevas grandes sorpresas) seguí leyendo y entendí entonces por qué alguien la comparó con "Perdida" de Gillian Flynn. No obstante Gillian Flynn nunca ocultó quién hablaba en cada momento, y Caroline Eriksson ha preferido usar ese estilo.

Lo que sí genera en el lector es un momento de confusión que hace que llegues a sentirte como Greta, confusa, o como esa otra mujer que parece la misma, también confusa, también presionada, también vejada y amenazada sibilinamente. No es lo mismo, insisto, pero sí parecía buscar un choque similar. De hecho hay una tercera mujer, una madre, otra madre, que también tiene su propia voz. Lo que yo achacaría como imperfecto sería que las tres mujeres se expresan igual. No obstante, amén de las diferencias que podría haber entre mujeres con distintos estudios o formas de hablar, parece que ha querido fusionarlas en un tipo de mujer: mujeres maltratadas, con la mirada prácticamente en el abismo, en manos de sádicos que disfrutan haciendo daño a sus parejas. Una historia de dependencia y dolor.

De ellas, solo una sigue bajo el influjo de Alex, solo una toma la decisión de empoderarse y solo una consiguió hacerlo aunque para ello tuviera que hacer una barbaridad.

Greta tiene un trauma de infancia que tiene que ver con su padre y por ello ha acudido a muchos psicólogos y psicólogas. Nadie le convence, cuando toca hablar de ese momento sabe que es hora de irse. Se ha criado con su madre pero no mantiene una relación con ella como debería porque la entiende parte del problema. Sin embargo Greta ha vivido lo mismo que su propia madre, ha repetido la historia, y es inevitable ver en este thriller un drama generalizado que no parece tener solución mientras existan por ahí tipos tan despreciables como este sádico psicópata que es feliz dañando a sus mujeres.

Por tanto tenemos un thriller de suspense con tres misterios (o alguno más) que se van descubriendo conforme lees. De la lucidez de Greta y de sus pequeñas reflexiones o recuerdos de su pasado depende que vayas entendiendo la situación. Una mujer -ahora generalizo- en manos de un tipo borde y manipulador ¿qué no haría por salvarse o salvar a su hijo o hija? Desde aguantar, hasta hacer lo peor imaginable.

¿Cuántas mujeres hay aquí? Descúbrelo. Quitando ese pequeño inciso que he comentado al inicio, me ha parecido una buena novela, entretenida, interesante, un thriller psicológico donde la psicología femenina torturada queda al descubierto. Eso sí, puede que durante la novela odies aún más a este tipo de hombres (ya seas hombre o mujer) maltratadores y retorcidos, así que cerrarás el libro con un pequeña sonrisa de venganza.

Anika Lillo

Foto homenaje: