Sherlock Holmes. Las mejores aventuras

Opinión:

Siempre he sentido cierta envidia por aquellos lectores que se acercan por primera vez a personajes o libros que me encantan y casi me conozco de memoria, tanta que no estaría mal poder hacerse con el neuralizador de los Men in Black, borrarse la memoria para poder disfrutar de nuevo y de cero de cientos de historias. Eso me daría la oportunidad de volver a descubrir a Sherlock Holmes y fascinarme como la primera vez con sus andanzas, las mismas que han inspirado varias copias que van desde la más que evidente semejanza en la saga de "Harry Dickson" de Jean Ray, hasta la moderna y reciente relación que comparten House y Wilson en la serie "House". Y es que algo tiene Holmes que sigue cautivando siglo y medio después de su aparición.

Se puede decir que en "Sherlock Holmes. Las mejores aventuras" no están todas las que son, ni son todas las que están, es difícil hacer una selección entre la variedad de casos, sospechosos, malvados, resoluciones ingeniosas, cada fan del personaje de Conan Doyle tenemos nuestras favoritas…que vienen a ser todas pero en un orden distinto. Por estas casi quinientas páginas veremos a Holmes con su inseparable pipa, muchos descubrirán  en "El ritual de los Musgrave" que no siempre vivió en el 221B de Baker St, se asombrarán con un detective enamorado (pese a su clara misoginia) en "Escándalo en Bohemia" en el que Irene Adler hará su primera aparición marcando de por vida a Sherlock. Pero también se seguirán indignando con el inesperado fin de "El problema final", el mismo que hizo a miles de londinenses llevar un brazalete, el que ocasionó, según se rumorea, que la mismísima reina Victoria se dirigiera al autor para que remediara lo que había hecho, el que hace que odiemos con todas nuestras fuerzas al malévolo Moriarty. Un viaje que culmina, porque todas las cosas en la vida llegan a término, en la melancólica "El último saludo" en la que vemos a los dos camaradas alejarse hacia el ocaso como dos viejos cowboys.

Pero, ¿qué tiene el detective inglés para contar con una legión de rendidos admiradores? Inteligencia, eso está fuera de duda, pero también un nulo afán de reconocimiento: Holmes resuelve el caso por el reto que eso le plantea dejando que se lleve el mérito cualquier otro pero sin falsa modestia, lo que para cualquier otro sería una contradicción es parte de la naturaleza del investigador, sólo hay que echar un vistazo a los párrafos iniciales de "La aventura de los seis Napoleones" para hacerse una idea de su carácter. Aunque el protagonista sea un genio, curiosamente, o quizá por eso, no nos identificamos con él, es el bonachón del Dr. Watson, su contrapunto, quien capta nuestra atención, a todos nos gustaría estar en su piel sólo para poder admirar el talento de su compañero, el cual lejos de menospreciar o subestimar las escasas aportaciones que hace a la investigación, tiene en gran estima su compañía y otras virtudes, él mismo lo dice en "La aventura de la melena de león". Así pues lo que nos gusta de Sherlock Holmes es la absoluta certeza de que jamás lograremos ser como él, el saber que por mucho que lo intentemos siempre habrá algo que nos falle, es difícil ser tan inteligente, audaz, carismático y, en cierto modo, disfuncional, y contar al mismo tiempo con el beneplácito de los que nos rodean.

Todo esto hace del investigador un ser inmortal, atractivo y enigmático, alguien que sólo en la literatura puede despertar pasiones pues en la vida real no cabe duda de que sería altamente insoportable.

Por lo tanto si eres de los que se acerca por primera vez a este toxicómano reconocido que ha hecho del método deductivo casi una religión, disfrutarás como nadie de "Sherlock Holmes. Las mejores aventuras". Es algo que, aunque no lo creas, no es elemental, querido Watson, puesto que estas palabras jamás salieron de la pluma de Conan Doyle, pero sí miles de peligros que te demostrarán que una vez eliminado todo lo imposible, lo que queda, por improbable que sea, tiene que ser la verdad.

Patricia Rubiera