Anika entre libros

Prisionero en Mauthausen

Ficha realizada por: Anika Lillo
Prisionero en Mauthausen

Título: Prisionero en Mauthausen
Título Original: (Prisionero en Mauthausen, 2011)
Autores: Javier Cosnava, Toni Carbos
Editorial: Edicions de Ponent
Colección: Crepúsculo


Copyright:

© Javier Navarro Costa (Javier Cosnava), texto

© Antoni Carrillo Bosch (Toni Carbos), ilustraciones

© Ediciones del Ponent, Paco Camarasa editor

Ilustraciones: Color y B/N
Edición: 1ª Edición, 2011
ISBN: 9788496730595
Tapa: Dura
Etiquetas: comic esclavitud experimentos Historia holocausto nazismo nacionalsocialismo nazis psicología novela gráfica tortura literatura española
Nº de páginas: 104

Argumento:


Juan Placambó es un rojo español capturado y enviado a Mauthausen. Podría haber tomado una decisión que acabara antes con su vida, o quizás que le hubiera dado la gloria, pero la que tomó tendría que perseguirle el resto de su vida. Pero es precisamente por tomar esta decisión por la que el comandante Paul Winzer se fija en él y decide realizar un experimento psicológico con su persona, para el nacionalsocialista, un subhumano.

 

Opinión:


En el 2008 Javier Cosnava publicaba con Glenat "Un buen hombre" (con él participaron hasta diez ilustradores), dando comienzo a una trilogía que continúa con "Prisionero en Mauthausen", ilustrado exclusivamente por Toni Carbos (juntos trabajaron también en " Mi heroína" o el mencionado "Un buen hombre"). El tema, eso sí, lo ha tocado también en novela (De los demonios de la mente) e incluso en una novela futurista juvenil (Diario de una adolescente del futuro)
 
Va a ser complicado resumir todo lo que yo veo en esta novela gráfica, porque mientras muchos verán la historia en general, yo capto más cosas por separado.
 
Yo no sé quién dijo que el comic era literatura menor; leyendo "Prisionero en Mauthausen" he tenido la impresión de estar leyendo una novela. He parado en ocasiones, la he retomado, me he vuelto a poner en situación, he pensado en ella... todo exactamente igual que con las novelas, y es que si tiene "historia" (y sin menospreciar los fabulosos comics de viñetas, que me encantan también) lo tiene todo, porque además de concentrar un argumento como lo haría un relato, le acompaña visualmente la imagen que le da vida página tras página.
 
Cosnava utiliza a menudo en boca de nacionalsocialistas la palabra "subhumano" para definir a sus víctimas, y este bombardeo es para que quede clara una cosa: no había excepciones, y ser subhumano significaba no tener valor (o sí, para experimentos médicos o trabajo esclavo siempre fueron válidos, pero jamás como una persona con derechos fundamentales). E incide en por qué alguien se antepondría a los demás, alguien en la persona de una víctima. ¿Qué busca con ello? La respuesta es fácil: tú podrías ser él. En cualquier caso no me ha parecido mal que repita tanto la palabra, mejor eso que la sensación en ocasiones de que la historia es más larga de lo necesaria.
 
Me he pasado años leyendo sobre el holocausto para entender las razones por las cuales las personas aceptaron esta situación, y también para comprender por qué gente normal y corriente acababa convirtiéndose en un monstruo que sólo pensaba en si mismo. Estar en el bando adecuado era la salvación, y de eso va "Prisionero en Mauthausen". Tras leer "Desde aquella oscuridad" (Gitta Sereny, Edhasa 2009) creí comprender... y aquí, en una ficción que en realidad no se aleja mucho de algunas opciones tomadas en aquella época (recordemos a los kapos) la mano de Cosnava rescata y denuncia una vez más la importancia de esa terrible decisión. Pero la gran diferencia entre los que en su día, desde el bando alemán, apoyaron el nacionalsocialismo e incluso levantaron sus armas, está en el arrepentimiento. La culpa. Se sabe que en los juicios de Nuremberg no se vio mucha sensación de culpa, pero en el otro lado, donde eran judíos (y en el personaje de Cosnava, un rojo español) los que terminaban comportándose como perros, sí hubo más conciencia y sentimiento de culpa. La diferencia, generalmente, es que unos actuaban por el poder, y los otros sólo querían sobrevivir.
 
En este caso, y como se ve al final, cierto personaje -que no es el rojo español- tiene sentimiento de culpa, pero es un falso sentimiento de culpa, pues su tortura le arrastra a ser aún peor de lo que fue: cuando ya puede redimirse, vuelve a torturar al pueblo. La diferencia entre la culpa por la conciencia y la culpa por cualquier psicopatía o sociopatía está precisamente ahí, en la naturaleza de una mente ya podrida de antemano. La violencia es una vía, una excusa.
 
Y precisamente el personaje principal, el que acaba comportándose como un nazi, es una víctima, por lo tanto leemos entre líneas y sabemos que nuevamente Cosnava nos dice "cualquiera puede serlo, cualquiera puede convertirse en un nazi, hasta el vecino más amable de tu barrio"
 
El experimento psicológico es una excusa, experimentos hubo muchos como este a lo largo de la historia, no sólo en el nacionalsocialismo, también en la misma publicidad, en las sectas religiosas, en las propias familias (y los hay en la actualidad): es el maltrato psicológico y físico, el convencer a una persona de que vale para lo que vale, y para nada más. Qué quiere, qué desea, qué debe pensar, cómo debe actuar... En qué debe convertirse.
 
Da la impresión de que Cosnava quiera recordar al mundo hechos como el que se novelizó en "La ola", un experimento que no debía pasar de lo que era y que terminó creando monstruos donde no los había.
 
Como es natural, el autor utiliza personajes reales en "Prisionero en Mauthausen", así como incluye guiños u homenajes. Por ejemplo, los personajes de Paul Winzer o Franz Zieris (en el comic, Faust Dietrich Zur Linde, y de ahí mismo dos de los homenajes, a Goethe y Borges). Otro homenaje está en la persona del poeta Miguel Hernández, en el cómic Miguel Hernando.
 
Pero no va a ser todo hablar de Cosnava, ahí está el trabajo de Toni Carbos también. El estilo nos recuerda mucho al de "Mi heroína".
 
Aunque se indica que el volumen es a color, Carbos opta por colores y tonalidades más acordes con el drama que se plantea, y aquí no se verá ningún color fuera de lugar. De hecho tienes la impresión de estar siempre en una cantera, con ese tono de piedra que no abandona las páginas, y el añil de las líneas de sus "pijamas" de rayas evocan frialdad, una sensación muy parecida a las que provocarían las rejas de una celda. Y después están esas páginas que simulan correo o aquellas donde se ve de fondo el mapa de las ciudades, pero la mejor, sin duda, es una que parece la losa de una lápida. Esto sin olvidarnos de que Carbos juega con dos técnicas que separan el flashback donde morirá el poeta y Juan se convertirá en un asesino, del resto de la historia.
 
Anika Lillo

 

 

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