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por qué no se deben hacer juicios de valor en la sociología y en la economía

Ficha realizada por: Ariodante
por qué no se deben hacer juicios de valor en la sociología y en la economía

Título: por qué no se deben hacer juicios de valor en la sociología y en la economía
Título Original: (der sinn der “wertfreiheit” der soziologischen und ökonomischen wissenschaften)
Autor: Max Weber
Editorial: Alianza


Copyright: Traducción y Edición: Joaquín Abellán
1ª edición: 2010 ISBN: 9788420649764
Etiquetas: economía finanzas sociología

Argumento:


Max Weber (Erfurt, 1864- Munich, 1920) es, sin reservas de ningún tipo, uno de los pilares fundamentales de la sociología moderna. Filósofo, jurista, economista, historiador... Estudió Derecho en Heidelberg, estudios que compaginó con otros sobre Historia Medieval y Economía. Ejerció la docencia tanto en Freiburg como en Heidelberg  e incluso Viena y finalmente, Munich. Obras como La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1903), las célebres conferencias La política como vocación y la ciencia como vocación (1918), Estudios sobre la sociología de la religión (1921) y, por encima de todo, su monumental Economía y sociedad (1922) suponen aún hoy unos textos fundamentales en cualquier acercamiento a los estudios sociales. Autor académico por excelencia, no ignora ni elude problemas prácticos ni situaciones de la vida cotidiana. No obstante, incluso cuando aborda tales cuestiones próximas a la praxis humana, el prisma profesoral, riguroso y disciplinado de su discurso se deja notar. Acaso como ocurría asimismo con su maestro Immanuel Kant.

La observación señalada sirve a la perfección para situar el texto que ahora nos ocupa: Por qué no se deben hacer juicios de valor en la sociología y en la economía, traducción libre — ofrecida en la, por lo demás, magnífica edición (en el sentido anglosajón del término) del volumen a cargo de Joaquín Abellán— de un célebre artículo de Weber publicado en 1917. En tal artículo entra en polémica Weber con colegas suyos de cátedra y tribuna a propósito de la cuestión referida en el título. Una cuestión que remite, en primera instancia, a una disputa teórica entre académicos y profesores, puesto que tiene como telón de fondo la querella intelectual sobre el individualismo metodológico y la autonomía de las esferas de valor, defendida tradicionalmente, por Weber.

Opinión:


Nacido en Alemania, patria que ha visto emerger a los más reputados sociólogos, imprime, sin embargo, a su trabajo una vocación universal acaso más marcada que en el resto de sus compatriotas. Aunque, para ser justos con su obra, deberíamos ir todavía más lejos en nuestra apreciación: Weber  representa un referente imprescindible no sólo de la sociología, como saber autónomo que es, sino de las ciencias sociales en su conjunto. Historia, economía, derecho, filosofía de la religión, antropología…, no hay aspecto del conocimiento del espíritu (diferenciado de la ciencia de la naturaleza: diferencia ya claramente definida en la época) que se le escape a Weber, ni le deje indiferente. El saber enciclopédico del siglo XVIII tiene, una centuria más tarde, en Max Weber a su más preclaro continuador.

La discusión, en sentido estricto, es así resumida por el editor del libro en su muy interesante “Estudio preliminar”: para Weber no es legítimo ni correcto “convertir un modelo teórico de la sociedad en un ideal normativo de conocimiento. Weber despoja así al modelo teórico de todo elemento valorativo/normativo.” (pág. 47).

Sin embargo, no debería retroceder el lector no especialista ante semejante propuesta. En el trabajo de Weber aparecen temas que ocupan y preocupan (o así sería justo que ocurriese en una sociedad moderna y desarrollada) al ciudadano, como son la conveniencia de mezclar, por parte de los profesores en las clases que imparten, la exposición de hechos correspondientes a la materia enseñada y la valoración personal que tiene el docente sobre los mismos: “no es de buen gusto mezclar asuntos personales con las explicaciones especializadas.” (pág. 75). ¿Debe, en fin, un profesor informar al alumno y transmitirle objetivamente los conocimientos o, sobre todo, formar su personalidad desde una programación escolar centrada en la “educación en valores”? Como puede verse, nos hallamos ante un asunto de rabiosa actualidad. 
 
Ariodante
Junio 2010

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