póquer de ases

Opinión:

Si en el popular juego de naipes para obtener un póquer de ases es preciso disponer de cuatro de ellos en la misma jugada, temo que Manuel Vicent ha ganado la partida, se ha llevado el resto y nos ha desplumado a todos. Porque en su "Póquer de ases" no hay sólo cuatro cartas del mismo valor, capaces de ganar a casi cualquier otra combinación, sino que hay tantos de esos naipes ganadores que en su mano tiene toda una baraja completa de ases. Más nos vale abandonar la partida, abrir el libro por su primera página y devorarlo sin contemplaciones. Aunque nos haya costado una derrota por sorpresa, literariamente seremos recompensados.

Conforme avanzaba en la lectura mi sensación era que los literatos aquí recogidos son aquellos que, por algún motivo, han significado algo especial para el autor. Todos ellos, creo que sin excepción, son tratados desde el punto de vista humano antes que literario, sin olvidar éste, obviamente. En efecto, la obra ofrece el aspecto más frágil, ruin o perverso de cada uno de ellos, y los hace descender de su pedestal sólo por los minutos imprescindibles para que el lector curioso eche una ojeada a ese otro rostro, siempre sugerido o atisbado, pero pocas veces tan diáfanamente expuesto de sus vidas. La mayoría de los autores que forman parte de la particular baraja de Vicent fueron bohemios, aventureros, alcohólicos o incluso neurópatas, cuando no francamente desdichados. Tal vez haya querido el autor trabajar sobre ese nexo que define a toda una generación de escritores. ¿O se trata de un rasgo intemporal unido fatalmente a la condición de creador, sobre todo cuando el éxito, en alguna de sus múltiples gradaciones, hace acto de presencia? Y yendo más allá, quizá este aparentemente liviano repaso de Manuel Vicent no quiera ser más que un retrato del ser humano en su grandeza y miseria, un reflejo de lo que somos. Lo que queda claro en esta baraja ganadora es que, también en estas figuras consagradas de la Literatura, la condición humana se impone siempre. Y es que, en definitiva, «polvo eres…».

Resulta indiscutible el impecable estilo de Vicent, que consigue convertir estas breves semblanzas en un verdadero deleite que en todos los casos, sin excepción, sabe a poco.

Magnífico complemento son las caricaturas de Fernando Vicente, un soberbio trabajo que ayuda a hacer la obra aún más asequible y amena para cualquier público.

Y todavía no acaba aquí la relación de bondades que encuentro en "Póquer de ases", porque hay algo que ignoro si estuvo en la intención del autor, pero que consigue, y es despertar el interés y la curiosidad del lector por las obras de aquellos de entre estos elegidos a quienes aún no había leído, a sabiendas de que no todos han de gustarle necesariamente.

En definitiva, una obra deliciosa, de lectura fácil, instructiva y elegante, que pone a nuestro alcance la verdad sobre un puñado de monstruos de las letras.

José Antonio Carbonell Pla