pisando los talones

Opinión:

Considero como condición indispensable para que una novela de misterio me atrape, que desde las primeras páginas, el personaje principal me resulte lo suficientemente atractivo para que merezca la pena interesarme sus avatares detectivescos. Y esta novela lo consigue al cien por cien. Hacía tiempo que no me encontraba con una narración policíaca en la que el investigador me resultara tan interesante o me provocara tanta simpatía como este inspector Wallender. Heredero directo del Maigret de Simenon, se trata de un tipo que aunque es inteligente y resuelto, también puede equivocarse o bloquearse, perder la fe o sentir la tentación de tirar la toalla cuando llega a un callejón sin salida en su investigación. Lejos de la prepotencia de un Poirot o un Sherlock Holmes, Wallender se nos muestra como un policía tremendamente humano y vulnerable. Nos encontramos con un personaje muy bien dibujado, con el que el lector se puede identificar fácilmente.

La narración alterna capítulos en los que se nos narra el desarrollo de la investigación del inspector con otros en los que se nos muestran los pensamientos del responsable de los crímenes. Así el lector va siempre por delante de Wallender en su investigación, o lo que es lo mismo: siempre sabemos más que él. De este modo, el autor consigue que nos pongamos nerviosos, nos exasperemos o impacientemos cuando vemos que nuestro amigo Wallender no va por buen camino, lo que acentúa aun más nuestro interés por el desarrollo de la historia.

¿Cómo conseguirá por fin Wallender dar con el asesino? ¿Logrará atar bien los cabos, relacionar bien todas las pistas, todos los sucesos, que le lleven definitivamente hasta él? En la respuesta a estas cuestiones, y otras más que puedan surgir al lector, radica el suspense de esta novela, excelentemente narrada, muy ágil y, sobre todo, en la que el interés no decae en ningún momento.

Más de 700 páginas que se leen en un plis-plas.