Pasaje a las dehesas de invierno

Opinión:

Para aquellos que, como un servidor, no ha leído nunca a Francisco Jota-Pérez, la novela es difícil de entender y de disfrutar. Al parecer, se trata de un autor ya ciertamente prolífico y que aborda temas que rayan el mundo onírico y de ciencia ficción. Pero para alguien que recién lo descubre, se asemeja a adentrarse en un mundo bizarro e incomprensible, además de sin sentido. Especialmente si tenemos en cuenta la novela actual, donde se intenta presentar un argumento y unos personajes bastantes claros o visibles.

En primer lugar, el texto presenta un discurso demasiado elaborado y pomposo, emperifollado. Ya desde un principio se carga al lector con comparaciones, una tras otra, como en un viaje interminable, hasta decir basta en ciertos momentos. Y todo esto con un vocabulario complicado y complejo, como buscando el desafío de mostrarse más culto que cualquier lector, con unas comparaciones que a veces se hacen difíciles de imaginar. Escrita desde el punto de vista de Assumpta, ella es presentada como alguien miserable, destrozada, casi con pensamientos suicidas, a lo largo de más cien páginas.

En segundo lugar, no presenta argumento (o si lo hay, es muy difícil de intuir). En boca del mismo autor, la novela es una topografía profunda, que explora las relaciones entre parejas dentro del barrio de Clot, donde el propio autor procede. Según él, procura "un grado de torsión más en mi habitual juego con el drama, el terror, la filosofía, la ciencia ficción y la neurolingüística, articulado esta vez desde mi propia mecánica sentimental". Hay mucha torsión, pero un servidor ignora si el lector será capaz de ver algo así. Más que nada, cuando una novela explora algo y abusa de un cierto tema, como la ausencia de "él", puede tener un efecto muy soporífero. Página tras página, los narradores abusan de descripciones, pensamientos y recuerdos, sin en ningún momento darse la sensación de que avance la trama.

Para finalizar, habría que comentar los grandes saltos que los narradores realizan. En ciertos momentos uno se pierde. A veces, esmerándose uno en entender los conceptos y las similitudes y las comparaciones, ve como de repente el escenario cambia y se pregunta qué ha pasado o qué ha dejado de pasar. Eso estaría bien con algún argumento de por medio, pero sin argumento, uno se expone a leer por leer, lo cual a veces está bien, en textos medidos y estéticamente bellos. 

Cristià Serrano