Olor a muerte en Pioz

Opinión:

Dicen que es importante tener historias de gran maldad en el mundo, porque son un espejo por el cual podemos ver con seguridad al monstruo a la vuelta de la esquina. Al igual que Perseo, miraremos el verdadero terror cara a cara, a los ojos.

Relatado con infinidad de detalles aterradores, combina una escritura finamente elaborada, en un fondo de investigación perfecto y una muy buena verificación de hechos. Su prosa no desperdicia párrafos en palabras, no intenta rellenar páginas. Cada palabra se coloca cuidadosamente con un propósito. Nos encontramos sin ninguna duda con una gran escritora que maneja el arte de saber narrar. Estamos ante un libro de no ficción, una historia terrible y oscura, yo diría de las más estremecedoras de la crónica negra.

Beatriz Osa, redactora de sucesos, recogió de la manera más fiel todo lo que localizó en las diligencias judiciales, en el sumario y en las grabaciones del juicio que había contra Patrick Nogueira Gouveia. Sabremos que algunos hechos los supo gracias a los diálogos y conferencias que mantuvo con parte de la familia del asesino, así como del capitán de la policía y médicos forenses. Pero sobre todo, podremos leer las conversaciones por whatsapp que le envió Patrick a su mejor amigo que vivía en Brasil.

Estas charlas chateando, contándole sin ninguna emoción el modo en que los mató, mientras su amigo se reía. En verdad es lo más aterrador y vomitivo que he leído en mi vida. Un diez a la autora por introducirnos, ya no sólo en el crimen, también en lo que fue la búsqueda del asesino y los detalles tan esclarecedores del juicio. Un juicio en el que la defensa buscó que fuera tratado de enfermo mental, no como un psicópata. ¿Motivo? Deberéis introduciros en la historia, se me pusieron los pelos de punta.

¿Por qué los mató? En sí sigue siendo una incógnita, aunque vosotros mismos leyendo los testimonios o parte del pasado de Patrick podréis llegar a alguna conclusión.

Entre referencias históricas, literarias y hasta cinematográficas, nos lleva de España a Brasil, manejando una narración de novela, lo vamos a leer dentro de una sencillez abrumadora que engancha al igual que si leyeras un thriller. Entenderemos un poco lo que es el proceso de llegar hasta el sospechoso a base de acumular pruebas.

Diecinueve años tenía, decían de él que era un chico educado y generoso. El regreso a la escena del crimen recreando lo ocurrido, su sangre fría y sus lagunas mentales en lo que le interesaba.

Fotografías a todo color en las páginas centrales del asesino, victimas y algunas de las que le envió a su amigo Marvin mientras los asesinaba. Al ver la realidad en las fotografías te das cuenta de que esto no es ficción. No hay nada inventado aquí. Esas personas realmente sufrieron en sus manos. Sus gritos fueron reales.

Las imágenes que recibió Marvin valieron para que, por primera vez en la historia judicial de Brasil, se pudiera acusar a alguien de colaborador virtual.

¿Por qué esta clase de monstruos nos resultan tan fascinantes? Una pregunta interesante que plantea la periodista. Igual intentamos entender los motivos que les lleva a cometer semejantes actos, o ¿tal vez lo necesitamos para no reconocernos nosotros mismos en ellos?

Beatriz Osa nos lo dejó escrito a flor de piel, la historia de cuatro cuerpos en bolsas de basura. Un asesinato sin explicación de una familia completa, retransmitido en directo por las redes sociales.

Yo no puedo hacer otra cosa que aplaudirla, por este maravilloso trabajo.

Violeta Lila