Odio el fútbol moderno

Opinión:

Este libro nació inopinadamente en 2014, cuando, en un amistoso de España contra Italia, Carlos Roberto se mostró contrariado con el color negro de la camiseta del combinado español. Un amigo suyo, también creador de este libro, Miquel Sanchis, le propuso crear una página de Facebook con el fin de expresar el asqueo hacia el fútbol moderno. Dicho y hecho. Se formó la página, ingenuos de que pronto ganarían muchos adeptos. Y de que aún, a día de hoy, siguen ganando. Actualmente, la página cuenta con más de 100.000 seguidores, repartidos por la península ibérica y América principalmente. 

La creación del libro responde a esta masiva popularidad. Sin embargo, sin una base ni un fundamento, el libro constituye un popurrí y un collage de elementos que o bien provocará aceptación en el lector o bien éste se mostrará bastante en desacuerdo y le dedicará poco interés. No sigue un orden muy lógico, ni tampoco aporta elementos sólidos y persuasivos. De hecho, es un libro completamente subjetivo, mezclado con datos objetivos y con un vocabulario poco formal. Página tras página se respira el aire repetitivo de sensaciones personales (o compartidas por los seguidores de la página de Faceboook): qué entrenadores, estadios, jugadores o equipos son sus favoritos. En otras palabras, es como lanzarse al bar, charlar con un amigo y proponer tu "lista de los mejores". O como echarse a ver programas como "El Chiringuito de Jugones" y escuchar los baldíos, absurdos y cansinos debates de opinión personal en un callejón sin salida. Quizá, si pretendían homenajear el fútbol de antaño, en vez de intentar abarcar infinidad de temas, hubiera sido más conveniente acotar la selección y presentarla con aderezos objetivos y demostrables. Sobre todo demostrables, o fehacientes si se prefiere. De entre los temas, por ejemplo, hay una sección con 30 razones para odiar el fútbol moderno, pero estas razones, más que motivos, semejan vómitos de rabia. Motivos como que hay demasiados anglicismos, que está la figura del falso nueve o que los futbolistas calzan botas de colores causan hilaridad. 

A decir verdad, las opiniones y comentarios del libro recuerdan al sempiterno carácter retrógrado y lento en las innovaciones de una persona española. A lo largo de la historia España ha solido ir en la cola de todos los grandes cambios transgresores, o gran parte de ellos. El mundo es constante movimiento, constante evolución, y las generaciones nuevas siempre querrán romper con las anteriores. Que los precios de las camisetas estén por las nubes no es culpa del fútbol, es culpa de todos aquellos que permiten ese precio y lo pagan. Que haya más anglicismos no es culpa del fútbol, es culpa de que las personas aceptan que hay una globalización y que el inglés encarna la lengua vehicular. Si a las personas esto no les gusta, ya está el bar para debatirlo con los amigos. O, si se quiere convencer al espectador de no ver más fútbol, presentar datos fehacientes y amedrentadores que conciencien al lector del peligro que corre el deporte rey de este país. 

Para acabar, el libro deja de ser fiable cuando muestra información errónea. En la sección dedicada a la selección española, exponiendo su participación en Eurocopas y Mundiales desde 1978 hasta 1994, se manifiestan resultados incorrectos, rivales de España que no son, eliminatorias omitidas. Y es algo reincidente, lo que demuestra una falta de revisión en el material. Por ejemplo, según el libro, en la liguilla España perdió el tercer partido contra Alemania 0-3, cuando en realidad ganó 0-3 a Argelia. 

A su favor, decir que hay infinidad de anécdotas interesantes sobre el fútbol, además de un pasatiempo con actividades para poner a prueba la cultura general. Aunque claro, visto lo visto en el párrafo anterior, uno se lo piensa dos veces sobre si esa información sobre las anécdotas es verídica.

Cristià Serrano