Nueve cuentos malvados

Opinión:

Sinceramente, no sé si la maldad que se refleja ya en el título de la obra hace referencia al contenido de los nueve cuentos incluidos en ella, a la personalidad de una autora capaz de poner a sus personajes en estos bretes o la de una lectora (yo) que se lo ha pasado bomba leyendo nueve historias en las que la parte oscura del ser humano está presente de mil maneras diferentes. Y digo pasado bomba no solo porque haya disfrutado (de lo lindo) con la prosa y el quehacer literario de Margaret Atwood (quien se está convirtiendo en una de mis autoras favoritas libro a libro) sino porque me he reído mientras lo hacía. Y mucho. A carcajadas. Y eso me ha hecho sentir un poco pérfida, todo hay que decirlo.

Con su peculiar sentido del humor, su aguda inteligencia y su afilada prosa, Atwood nos pone frente a temas tan interesantes como la vejez, la enfermedad, la maldad, la capacidad de ser diferentes, la salud mental o la venganza. Y lo hace a través de una serie de personajes tan adorables como deleznables, pues todos (o casi todos) llevan en su interior una dosis de humanidad y una buena dosis de perversión. O sea, tan humanos y reales como tú y como yo. Y eso a pesar de que muchos de ellos se relacionan con toda naturalidad con espíritus o enanitos que, en realidad, no están ahí; contraen extrañas enfermedades que los acaban convirtiendo en monstruos chupasangres; estafan o buscan venganzas por causas varias.

Cuento a cuento, Atwood nos va enredando en una negra tela de araña en la que topamos con personajes únicos capaces de las peores atrocidades que puede cometer el ser humano. Pero, a medida que los vamos conociendo, vamos descubriendo sus razones y, si no llegamos a compartir su manera de afrontar ciertos hechos, sí acabamos entendiéndolos, poniéndonos en su lugar, sintiendo que tienen sus razones, aunque nosotros fuéramos incapaces de actuar de la misma manera. ¿O tal vez sí lo seríamos, si nos hubiéramos visto en esas mismas situaciones? Es otra de las maldades de estos cuentos: hacerte pensar en qué harías tú si te vieras en la misma tesitura.

Una de las cuestiones que más me ha llamado la atención es que muchos de los personajes de estos cuentos son ancianos. Y me ha encantado que así sea. No hay demasiado sitio para sus achaques y sus rutinas en una literatura que, cada vez más, busca lo brutal y lo ágil. Pero Atwood logra que les veamos como los seres integrales que son, con sus muchas experiencias vividas, sus muchos rencores enquistados y su mente tremendamente despierta. Todo el libro supone, pues, una reivindicación de la vejez, pero un cuento en particular nos hará ver el tema desde una perspectiva diferente. Se trata del titulado "A la hoguera con los carcamales", el que cierra la obra, que nos pone frente a una revolución en contra de las personas de edad, que tantos recursos económicos y sanitarios consumen, en detrimento de la población más joven (es la tesis de los revolucionario, no la mía o la de Atwood, que quede claro). Un cierre espléndido para una colección de cuentos capaces de inquietar, deleitar y hacerte pensar al mismo tiempo.

Lo mismo ocurre con el cuento titulado "Colchón de piedra", que da título a la versión original de esta compilación y que nos pone cara a cara con una asesina en serie que mata a hombres llamados Bob en busca de la venganza por la violación que le arruinó la vida cuando era una inocente jovencita. Quizá podríamos juzgar sus métodos, pero ¿quién podría criticar sus razones?

En definitiva, que no puedo dejar de recomendar encarecidamente una obra divertida y perversa, que se lee estupendamente y que encantará a aquellos lectores a los que, como a mí, les guste ver la realidad desde muy diferentes perspectivas. Incluida de la del lado más oscuro del alma humana.

Lidia Casado