No mentirás

Opinión:

Hará cosa de un año que leí el anterior libro de Blas Ruiz Grau, "¡Que nadie toque nada!", consistente en un ensayo sobre investigación criminal. Ahora, al leer "No mentirás" me ha venido el pensamiento de que parte de lo que allí contaba, sobre todo lo referente a los asesinos en serie, ha formado una parte importante de esta novela.

Lo que no me esperaba es que su protagonista, el inspector Nicolás Valdés, lo fuese también en dos de sus anteriores novelas: "La verdad os hará libres" (2012) y "La profecía de los pecadores" (2013). No obstante, si nos situamos en la cronología del personaje, se sitúan en una época posterior a "No mentirás", puesto que aquí es cuando estrena la categoría de inspector, mientras que allí se presenta, al menos en la primera, como inspector jefe.

Volviendo a la novela, el desarrollo de la trama mantiene todo el tiempo, de principio a final, el estilo de misterio rebuscado de muchas teleseries, donde el espectador es un convidado de piedra, que solamente ve lo que lo que se le permite, ya que muchas imágenes se le han escamoteado. Aquí igual. Los personajes ven algo, muchas veces un texto, y la trama continúa sin que el lector conozca su contenido, mientras que los personajes se mueven en consonancia con lo visto. Y eso ocurre una y otra vez, hasta el mismo final.

Pero hay más. Desde el principio se plantea un hecho capital del pasado del protagonista, que ha condicionado su vida posteriormente y que había necesitado terapia psicológica para medio superarlo. Tras la insistencia en repetir su importancia por la relación con el caso actual, llega un momento en que podría haberse explicado, ¡por fin! Pero no, o yo mismo tenía ese día obtuso o será que no he sabido leer entre líneas, porque lo que es a mí, me ha dejado totalmente a medias. Frustrado más bien, porque no he sacado gran cosa en claro.

Aun así, la novela tiene muy buenos atributos para encandilar al lector. Una trama muy golosa, con un primer suicidio que parece haya desencadenado una maldición cuando van muriendo un personaje tras otro. También el ritmo es endemoniado, saltando de un lado a otro sin descanso en una intriga creciente, con unos cuantos hilos de los que no se sabe cuál es el bueno para tirar de él. Y así hasta el final, cuando se podrá descansar un poco de todo el ajetreo vivido. Visto así, de maravilla y eso es lo que muchos lectores apreciarán.

Selin