Ni putas ni sumisas

Opinión:

Cuando comencé a leer este libro pensé: "vale, bien. Está interesante como testimonio pero… ¿qué tiene que ver con lo que ocurría en las barriadas de París hace casi veinte años con lo que pasa en España ahora?". Pero, la verdad, me enganchó el pulso narrativo de Fadela Amara, su verdad, la pasión lo que cuenta todas las medidas que fueron llevando a cabo para paliar una situación que cada vez se enrarecía más. Me atrapó su sencillez y su capacidad de lucha, su facultad para ver más allá de la realidad que tenía ante sus ojos y prever unas consecuencias que, tristemente, han llegado a hacerse realidad. Me sedujeron su fuerza y su valentía. Y seguí leyendo. Y poco a poco fui comprobando que aquello que me parecía tan lejano, en el espacio y en el tiempo, no lo es para nada: está íntimamente ligado con muchas de las cosas que están ocurriendo actualmente en toda Europa (como la radicalización de algunos musulmanes y los atentados terroristas que estamos viviendo de un tiempo a esta parte), con sucesos que están teniendo lugar en España ahora mismo (auge de los discursos xenófobos y antifeministas, ascenso de la derecha radical…) y podría, incluso, llegar a marcar un camino para lo que está por venir en nuestro país, tal y como advierten Paloma Alcalá y Oliva Blanco en el epílogo a la edición española de esta obra.

Cada vez que oía hablar de un nuevo atentado en Europa y de los musulmanes nacidos en cualquier país europeo que se habían radicalizado hasta llegar a cometer tales despropósitos, me preguntaba: "¿pero cómo puede ser que alguien que ha nacido, pongamos, en Francia, se ha criado en Francia, es francés con todas las de la ley, se radicalice y llegue a atentar contra sus conciudadanos, contra sus hermanos?". No lo entendía. No me cabía en la cabeza. Hasta que este libro me ha abierto los ojos: aunque hayan nacido en el país, aunque sean ya la segunda o la tercera generación de unos emigrantes que llegaron huyendo de la pobreza, de la persecución o de la guerra, estos jóvenes radicalizados no se han integrado ni sentido integrados jamás. Han tenido que vivir en los extrarradios de las ciudades, en barriadas donde se concentra más población como ellos. Han tenido que soportar la marginación por su tono de piel o por su religión. Han tenido que explicar una y mil veces que son franceses cada vez que alguien veía sus características físicas y les preguntaba: ¿de dónde eres? Y como respuesta, se han ido encerrando en sus propias tradiciones, en sus propias raíces, pervirtiéndolas en algunos casos, radicalizándolas, en otros, hasta convertirse en carne de titular de prensa.

Amara explica muy bien este proceso y analiza sus causas, que son múltiples: tanto la sociedad que no acaba de acoger, como las autoridades que no intervienen como deberían, como la situación económica de esas barriadas, como unos padres que se han visto superados ideológicamente por sus hijos, como el desgaste psicológico de cada una de las marginaciones, negaciones o exclusiones a las que han tenido que hacer frente, como la falta de voluntad de integrarse realmente de muchas de estas familias.

Me ha llamado mucho la atención algo que dice la autora (y que también resalta Amelia Valcárcel en el prólogo a la edición española de esta obra): toda esta situación también deviene del "buenismo", del llamado "derecho a la diferencia" que se ha implantado en los países europeos. Esa "permisividad" hacia toda cultura y toda religión sin condiciones que, a priori, parece muy positiva (y de la que yo era tan partidaria hasta leer este libro) no lo es tanto. Para Amara, hay que actuar contra ciertas cosas, no todo vale con la excusa de "es su cultura". Hay límites que no se pueden traspasar, hay situaciones que no se pueden permitir. La más clara: la falta de respeto a los derechos humanos.

En este sentido, la autora profundiza largamente sobre la situación de las mujeres en estas barriadas. El título de la obra, que fue eslogan del movimiento (ni putas ni sumisas) habla de la realidad de las chicas en estas zonas deprimidas social y económicamente: fuera de esos círculos son percibidas como sumisas y dentro de ellos, como putas. Y, como señala Amara, no son ni una cosa ni la otra.

La activista refleja en esta obra, con gran claridad y con mucho dolor, la realidad de las mujeres musulmanas en estas zonas, las relaciones entre muchachos y muchachas, la doble moral, la radicalización y el auge del machismo y la violencia contras las mujeres. Sin grandes alharacas, pero con todo el poder de la verdad, Amara abre los ojos en un puñado de páginas para que veamos, desde dentro, cómo es realmente eso que percibimos desde fuera.

En definitiva, una obra para mover conciencias, para abrir ojos y mentes y para invitar a la lucha contra un fenómeno que se está extendiendo por toda Europa. España incluida.

Lidia Casado