Anika entre libros

Normas de cortesía

Ficha realizada por: Fran Casoledo
Normas de cortesía

Título: Normas de cortesía
Título Original: (Rules of Civility, 2011)
Autor: Amor Towles
Editorial: Salamandra
Colección: Narrativa


Copyright:

© Cetology Inc., 2011

© Ediciones Salamandra, 2012

Traducción: Eduardo Iriarte Goñi
Edición: 1ª Edición, Septiembre 2012
ISBN: 9788498384819
Tapa: Blanda
Etiquetas: amistad ficción histórica supervivencia historia de Estados Unidos intimista psicología literatura estadounidense Nueva York novela novela sentimental jazz años 30 entreguerras
Nº de páginas: 414

Argumento:

Vibrante homenaje a la Nueva York de los años treinta, la gran urbe de los clubs privados, los bares de jazz y los imponentes edificios con marquesina y portero de uniforme, esta novela fue uno de los debuts más sonados del pasado año en Estados Unidos. Con una fiel ambientación, diálogos afilados como puñales y un ritmo efervescente, Normas de cortesía relata el aprendizaje de una joven ambiciosa que lucha por sobrevivir en la ciudad de las mil caras, una selva donde las mejores oportunidades conviven con infinitas tentaciones y peligros.

En la Nochevieja de 1937, Katey Kontent, mecanógrafa en un bufete de abogados de Wall Street, y Eve Ross, su compañera de pensión, salen dispuestas a exprimir a fondo la libertad que promete Nueva York. Se dirigen a The Hotspot, un bar de tercera fila donde se toman el jazz lo bastante en serio como para que nadie moleste a dos chicas de buen ver, y donde la ginebra es suficientemente barata como para beber un dry martini cada hora. Cuando los tres dólares que llevaban se agotan, aparece en escena Theodore Tinker Gray, un joven cachorro de la aristocracia de Nueva Inglaterra, luciendo una sonrisa arrebatadora y un abrigo que Katey y Eve no podrían pagar con sus sueldos de un año. Juntos acabarán celebrando la llegada del año nuevo en Times Square, en una noche que marcará el principio de una amistad que transformará sus vidas. Este encuentro fortuito supondrá para Katey el acceso a círculos selectos de la sociedad neoyorquina, en los que, gracias a su agudeza, sus nervios de acero y su intelecto, logrará que se le abran muchas puertas. No obstante, inmersa en un universo resplandeciente, un mundo frívolo y disoluto habitado por personajes de dudosa procedencia, Katey tendrá que descubrir las reglas del juego para adaptarse a los desafíos de la gran ciudad. 

(argumento editorial)

 

Opinión:

 

En The art teacher, canción de Rufus Wainwright -seguramente una de las mejores de la historia de la música popular-, el intérprete, apoyándose únicamente en una secuencia de notas de piano con leves variaciones, relata cómo una mujer recuerda un amor de infancia, el único en realidad de toda su vida, o al menos el más auténtico y sincero. Lo hace frente a la contemplación de un cuadro de Turner, pintor favorito de aquel profesor de Arte que, en una visita al Metropolitan, se convirtió en objeto de su adoración. En el tiempo presente en que discurre la letra de la canción, ella contempla la pintura y contempla su vida acomodada, gracias a un matrimonio exitoso, pero reconoce que sólo hubo un hombre al que amó de veras: el profesor de arte que le habló de Turner por vez primera. 

Traigo a colación este tema porque resulta inevitable resaltar las concomitancias entre la pieza de Wainwright y este Normas de cortesía, de Amor Towles. A una canción debemos pedirle la belleza inmediata, y a una novela, sin embargo, otro tipo de emoción estética ganada con lentitud y profundidad. Nos la ofrece este título a lo largo de casi una treintena de cortos capítulos agrupados también en cuatro secciones correspondientes a las estaciones del año. Todo arranca, como en The art teacher, con la contemplación de una fotografía en una exposición, resorte proustiano que proyecta la memoria de la narradora hacia finales de la década de los treinta en Nueva York, período de entreguerras en que la vida recuperaba un agradable pulso de hedonismo. El jazz, los clubes humeantes de tabaco, las posibilidades de exploración íntima en un ambiente de relajación moral, las luces del progreso que se había puesto de nuevo en marcha tras el crack del 29… Pero también los primeros atisbos de la sociedad despiadada que tomaría forma en los cincuenta y sesenta, tras el intervalo de una segunda guerra mundial cuya amenaza aparece asimismo en el horizonte de esta novela.

"Normas de cortesía" es una novela sobre la supervivencia en la gran ciudad, un asunto que ha terminado por convertirse en poco menos que un género literario, especialmente cuando el contexto en que discurren las historias es el de la mitología urbana por excelencia, Nueva York. Allí vienen a parar las dos protagonistas del libro, a las que se une un tercero para conformar una relación afectiva triangular que sin embargo se aleja de los tópicos habituales de la narrativa intimista. Y es que los sentimientos que se entreveran en la amistad de los personajes son tan reales y reconocibles que nos conmueven de por sí sin necesidad de acudir a escenas y giros argumentales mil veces vistos: hablamos de la compasión, del sentido de la lealtad, del sacrificio. Es decir, Towles no se limita a construir un dilema afectivo -dos chicas enfrentadas por un chico, pertinaz esquema machista de la novela tradicional-, sino que lo incardina en una realidad social, y en los avatares de la vida de los que ninguno nos encontramos libres. La narradora sabe que él es y será su único amor posible, pero su relación con la desafortunada rival, que la derrota por la vía de la piedad a causa de un accidente, no se desarrolla en una dinámica de enfrentamiento, sino de comprensión mutua y sincera amistad. El tercero en discordia, por otra parte, resulta finalmente ser algo más que un encantador y sofisticado galán: esconde también sus tormentos personales y la esclavitud social que le impone el arribismo. Una actitud esta última que no es ajena a la propia narradora, que contempla su historia desde una posición acomodada que invalida, por su parte, un juicio demasiado severo hacia los demás.

Escrita con un lenguaje sencillo pero sugerente, la novela logra introducirnos en el ambiente de la época y engancharnos con las peripecias de los personajes, abundantes en idas y venidas y encuentros fortuitos que expanden la trama en pequeñas ramas secundarias. Nos sitúa además frente a un verdadero problema moral, quizá irresoluble: el que surge cuando los sentimientos aparecen en el camino de las ambiciones, cuando se debe escoger entre la vía fácil, pero en soledad, o la difícil, pero en compañía. Para transitar por esos territorios tan complejos el personaje masculino se apoya en las Normas de Cortesía planteadas en un opúsculo por George Washington -y que se incluyen como apéndice al libro-; reglas de comportamiento público a las que las circunstancias obligan a violentar en privado. Aun así debemos mirar con nostalgia aquellos tiempos en que al menos procuraba seguirse un código: actualmente los que corrompen la vida social se desenvuelven sin el mínimo decoro. 

Fran Casoledo

 

 

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