Mírame bien

Opinión:

En la mayoría de las ocasiones el interés de las biografías, o de las autobiografías, radica mucho más en qué se cuenta que en cómo se cuenta. El estilo narrativo queda relegado a un segundo plano en favor de las anécdotas, cotilleos y detalles jugosos que el personaje público en cuestión puede poner a disposición del público. Si este personaje es, además, perteneciente al mundo del espectáculo, el deseo de saber más se multiplica. Y si encima es alguien como Anjelica Huston, hija de famoso, musa de famosos y, durante muchos años, pareja de uno de los actores más famosos y torturados del panorama internacional, nadie está libre de sentir el gusanillo de los cotilleos. El problema radica en que en la mayoría de los casos las expectativas del lector quedan frustradas ante el recato, o discreción, del protagonista de las memorias.

Afortunadamente, en el caso de "Mírame bien", esto no ocurre. Y para saberlo sólo se necesita echar un ojo al índice alfabético de apariciones estelares. Veinticinco páginas llenas de nombres conocidos por cinéfilos, amantes del arte y, en general, todos los interesados por el mundo artístico (en casi todas sus manifestaciones) de las últimas décadas. Andy Warhol, Marlon Brando, Lauren Bacall, Edna O'Brien, Alberto de Mónaco o Gabriel Byrne son sólo algunos de los nombres más conocidos que se pasean por estas páginas, saciando nuestra curiosidad de cotilleos.

Lo que resulta mucho más complicado es que una biografía sea, además de jugosa, una buena lectura. Y en esto Anjelica Huston vuelve a triunfar, lo que, siendo sinceros, hace preguntarse a esta reseñadora si hay algo que esta mujer no sepa hacer bien. Desde los recuerdos de la infancia en Irlanda, hasta el cariñoso recuerdo de Bob Graham, todo en el libro está teñido de frescura y honradez, como si en vez de estar leyendo un relato escrito para millones de potenciales lectores, Anjelica Huston lo hubiera escrito sólo para mí, o para ti, o para cada uno de esos lectores. En muchas ocasiones parece más un diálogo íntimo que un volumen dirigido al consumo masivo precisamente por ese deseo de sincerarse que transpira de cada anécdota, conseguido muchas veces a base de añadir pequeños detalles cotidianos que nos permiten sentirnos un poco más cercanos a los protagonistas.

Y así, poco a poco, entre cotilleos y anécdotas, Anjelica Huston consigue, además, reivindicarse como una mujer fuerte, segura de su talento, consciente de su suerte y de las desventajas que venían con una posición casi aristocrática en el mundo del cine, dispuesta al trabajo duro y a luchar por hacerse un hueco dejando atrás la etiqueta de "hija de", a ratos torturada e insegura y, sobre todo, profundamente humana.

María Martín