los jardines de los muertos
Título: los jardines de los muertos
Título Original: (the gardens of the dead, 2.006)
Autor: William Brodrick
Editorial:
Alfaguara
Copyright: 1ª Edición: Abril 2.008
Traducción de Cecilia Ceriani
ISBN: 978-84-204-7340-6
Etiquetas:
Argumento:
La repentina muerte de la abogada de la Corona, Elizabeth Glendinning,
saca a la luz un caso, extraño y especial, en la que ella trabajó diez años antes:
Siendo una letrada que solía actuar como fiscal, aceptó una defensa y la ganó; pero
a partir de ahí las vidas de muchas personas cambiaron de forma radical. Su ayudante,
por ejemplo, dejó la abogacía para convertirse en monje. El matrimonio del principal
testigo de la acusación se fue al traste cuando su único hijo murió, supuestamente
a manos del inculpado, defendido por Elizabeth y absuelto porque él no fue capaz
de testificar al turbarle una pregunta tan simple como “por qué usaba su segundo
nombre en lugar del primero” el hombre salió huyendo de la sala del tribunal y logró
así que la abogada y su cliente ganaran el juicio mientras él acababa convirtiéndose
en un “sin techo”.
Elizabeth, casada y con un hijo veinteañero, descubrió que poseía una enfermedad
coronaria y congénita que podría fulminarla en cualquier momento, detalle que ocultó
a los suyos. A partir de ahí, y pensando todavía en “aquel caso” y en cómo se resolvió,
decidió dejar las pistas suficientes para que la Justicia lograra atrapar al delincuente
que fue su defendido, todo ello tras su muerte. Como si se tratara de una ginkana,
la abogada implicó en el instante mismo de su repentino fallecimiento a su antiguo
ayudante, monje en esos momentos, al testigo que perdió a su hijo, convertido en
vagabundo con problemas psíquicos a causa de una paliza y que perdía constantemente
la memoria, a una anciana monja que en algún momento le regaló un libro y en el
que la abogada dejó una pista, a su propio hijo que se hallaba en Australia en aquellos
instantes y, entre algunos más, a una inspectora de policía.
Sin saber cómo ni por qué, varios personajes se ven involucrados y atrapados por
la tela de araña tejida por la abogada con un propósito. Lo que no pueden sospechar
es la cantidad de datos ocultos, situaciones tapadas convenientemente, intereses
de unos y otros y las historias inconfesables que salen a relucir. Esa maraña enfrentará
a algunos protagonistas a sus propias conciencias y les mostrará la vida en general,
y sus propias vidas, desde una perspectiva amplia, sin tapujos ni mentiras.
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Opinión:
Aunque no se dan datos, parece que la historia está situada alrededor de los años
80-90 del siglo pasado. No hay Internet, pocos móviles y las personas todavía viven
muy pendientes del “qué dirán” en un Londres bastante tradicional.
El libro atrapa por lo inusitadas que son las pistas, como apuntaba arriba: una
especie de ginkana en la que un dato lleva a otro. También el análisis psicológico
de los personajes es bastante intenso en algunos
puntos, especialmente cuando van tirando de sí mismos, enfrentándose a sus pensamientos
y, sobre todo, a sus conciencias.
A bote pronto, la novela me ha recordado a algunas de
Ágatha Christie en las que hacía girar
la trama en torno a antiguos hechos que resultaba imprescindible ocultar a la sociedad
porque un pasado poco claro podía acarrear tremendas consecuencias... Pero...
El caso tan trascendental que incide en las vidas de tantas personas no es un crimen
espantoso sino un supuesto caso de proxenetismo y con unas jóvenes “víctimas” algo
ligeras de cascos o, en todo caso, que aceptan de buen grado que un desconocido
las aborde recién llegadas a Londres, les ofrezca un piso gratis y luego pretenda
cobrar alquiler. Ese inicio de trama me parece demasiado ligth para que
tenga unas consecuencias posteriores que llegan hasta a un
crimen con el propósito de ocultar los
hechos, y nada menos que cinco años después del
juicio.
Tampoco me parece coherente que una exitosa y rica abogada monte una complicada
trama implicando a personas diferentes y contando con su capacidad y complicidad
cuando lo más fácil hubiera sido reunir todas las pruebas dispersas en la caja de
seguridad en la que ya dejó datos y pistas. Y, por supuesto, cuesta creer que acepte
un caso que no le interesa, aunque se vea coaccionada por un oscuro pasado.
En fin, dejando a un lado lo lógica o no que sea la trama, y añadiendo que el texto
es bastante deshilvanado en muchos puntos, tanto que a veces cuesta un poco situar
a los personajes y, yo por lo menos, he tenido que releer algún párrafo, en líneas
generales la novela es distraída.
Lo mejor, para mí, es el análisis psicológico de algunas actuaciones, el detalle
de cómo un dato insignificante puede llegar a destapar un sin fin de hechos importantes
y poner en marcha unas desorbitadas consecuencias.
Y, por supuesto, la conclusión de que todos tenemos algo que ocultar, que una cosa
es como nos mostramos ante los demás y otra muy distinta cómo somos realmente y,
por descontado, que en muchas ocasiones abogados y
jueces no son mejores que aquellos que
se sientan en el banquillo.
Pilar López Bernués
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