Anika entre libros

Me llamo Adou. La verdadera historia del niño de la maleta que conmovió al mundo

Ficha realizada por: Jorge Riet
Me llamo Adou. La verdadera historia del niño de la maleta que conmovió al mundo

Título: Me llamo Adou. La verdadera historia del niño de la maleta que conmovió al mundo
Título Original: (Me llamo Adou, 2017)
Autor: Nicolás Castellano
Editorial: Planeta


Copyright:

© Nicolás Castellano Flores, 2017

© Alí Ouattara, 2017

© Editorial Planeta, S.A., 2017

© de las fotografías del interior: AP Photo/Gtresonline y archivo de la familia Ouattara

Ilustraciones: B/N
Edición: 1ª Edición: Marzo 2017
ISBN: 9788408166566
Tapa: Blanda
Etiquetas: familia África España cárcel racismo inmigración literatura española xenofobia periodismo Europa refugiados pateras
Nº de páginas: 189

Argumento:

"Me llamo Adou", de Nicolás Castellano, relata la historia del niño que impactó al mundo entero por intentar entrar a España oculto en una maleta. Una descripción de aquel intento frustrado de cruzar la frontera española en el control del Tarajal en Ceuta. Pero sobre todo una historia de la familia del pequeño Adou, de su padre licenciado en filosofía que trabajaba en una lavandería de una ciudad canaria desesperado por agrupar a su familia distante a miles de kilómetros y que se enfrenta a un juicio que le puede llevar a la cárcel por ponerse en manos de las mafias de la migración clandestina, de su madre con el corazón roto por una familia separada y enfrentada a enormes dificultades económicas, de una familia violentamente zarandeada por intransigentes leyes y algunas más que absurdas e inhumanas disposiciones administrativas, pero también una descripción de la ternura, la solidaridad, de la humanidad de personas que ven el rostro cotidiano de la emigración y la tragedia de los refugiados. Un retrato de una familia que lucha por su supervivencia entre las luces y sombras de la Europa de hoy.

 

Opinión:

 

Existe un país en las orillas del Mediterráneo que en el escaso lapso de tiempo de pocos meses ha acogido a refugiados que han llegado a representar el 25% de su población total, mientras se ha detenido su crecimiento económico y padece un desempleo de un 20% de su población activa. Mientras, la mayoría de los países europeos ponen todos los medios para que los refugiados no crucen sus fronteras y se concentren en regiones geográficas relativamente distantes y en condiciones penosas. En el mejor de los casos la mayoría de los ciudadanos europeos y sus gobiernos actúan como avestruces que hunden sus cabezas en la tierra cuando advierten alguna amenaza, pero en el peor toleran las ideas más racistas y ridículas que puedan imaginarse. El efecto de tan colosal despropósito es que miles de familias sufren un dolor tan infinito como la indiferencia de las sociedades occidentales ante su trágico problema.

Este ensayo del periodista Nicolás Castellano describe una historia de las muchas posibles de esta tragedia de los refugiados, pero ha escogido una que podemos sentir muy cercana y que sin duda ha impactado a medio mundo. Ha escrito una crónica impecable de la historia de un niño pequeño de ocho años que escondieron en una maleta para entrar en un país europeo, para entrar en nuestro país. Una historia sin un final tan fatal como el de esas mujeres embarazadas, niños, padres y madres, que mueren ahogados en aguas heladas intentando alcanzar una vida digna. Un libro oportuno que nos golpea con una información incómoda, con el dato que evidencia que esto de los refugiados no es un asunto de personas incultas, hambrientas, avariciosas o insensatas, sino de seres humanos de toda condición social, cultural o educativa, que sólo aspiran a llevar una vida normal, o dicho de otra manera, una vida con las escuelas, la salud, las medicinas, la seguridad, el empleo o la vivienda, como lo realmente normal. Como parte esencial de una vida tan tranquila como cotidiana, y no de ese sueño frustrado violentamente por el bombardeo de imágenes de lejana opulencia que hacen irrespirable el aire de miserables casas perdidas en un mar de infinitos horizontes de pobreza y miedo.

Una crónica que pone negro sobre blanco la estulticia administrativa enmarañada en ambientes en los que habita la bondad y la maldad, la solidaridad y el negocio, los sueños y las pesadillas, especialmente los seres humanos convertidos en mercancía o en meros expedientes administrativos. Una obra que tiene la enorme virtud de poner en evidencia el kafkiano laberinto administrativo que sufren estas familias, por la enorme dificultad para un reagrupamiento familiar cuando ¡se tienen todos los papeles en regla!, y eso que en España, como el autor nos advierte, es uno de los países de la Unión Europea menos exigente para el reencuentro familiar, pero que cada año lo autoriza a menos personas. 

Imagine que te ocurriera a ti mismo; que una tasa, un trámite, una declaración de ingresos que no consiga triplicar una ayuda familiar del Estado, te impidiera vivir con tus hijos e incluso estar a miles de kilómetros en el momento de su nacimiento, pendiente de un teléfono mientras trabajas para tener alguna noticia cuando todo haya pasado. O imagina por un instante que conocieras a tus hijos cuando ya hayan cumplido varios años y que estos no sean capaces de reconocerte salvo por el dudoso parecido de viejas fotografías. Por mucho que se busquen elevadas razones geoestratégicas, no es fácil explicarse que estas cosas ocurran en nuestras ciudades, a pocos metros de nuestras casas, de nuestros trabajos, a personas cuya mirada huidiza se cruza con la nuestra cada día. Que esas tragedias anónimas golpeen a personas que viven entre nosotros y que pagan sus impuestos como cualquiera.

Estamos hablando de segregación, de soledad, de derechos de la infancia, de familia, de derechos tan humanos que cuesta entender que un pequeño puñado de euros sea un criterio suficiente para justificar esta situación. Un absurdo que invita a la triquiñuela, a hijos "con papeles en regla" y otros con visados turísticos (cuando los consiguen) para poder vivir juntos, o viviendo a miles de kilómetros y con encuentros que se demoran largos años por los elevados precios de un billete de avión de ida y vuelta. Reagrupamientos familiares imposibles o, en el mejor de los casos, tras penosos años de insoportable espera, pruebas de paternidad mediante la comprobación de ADN por medio, que empujan a padres desesperados a traer a sus hijos por el medio que sea, aun poniéndolos en enormes riesgos como una frágil patera o una maleta como el caso del pequeño Adou.

Hoy la frontera de Ceuta, una playa andaluza o un aeropuerto de cualquier ciudad, son escenarios de terror para personas que sueñan con paraísos tan baratos como esos placeres y derechos que casi no se aprecian en la vida cotidiana de millones de personas. Adou es un niño feliz, trágicamente famoso por un viaje en una maleta, que se contenta con coger de la mano a su padre, al que tardó en conocer años por culpa de los problemas del reagrupamiento, o su pelota de baloncesto que le regalaron en un centro de acogida, o suspirar por recuperar el monopatín que tuvo que dejar allí. Adou disfruta con los paseos con su madre en un parque parisino, jugar con su hermana o ir a la escuela, mientras su padre espera en Bilbao un juicio que le puede llevar a prisión. Sin duda Adou es afortunado, aunque su padre, el mismo que estudió la carrera universitaria de filosofía y disfruta leyendo a Hegel, Kant o Sartre, puede ir a la cárcel por confiar en quien no debía, desesperado por abrazar a su hijo de 8 años. Ese padre que afirma, como una lección de vida impagable, que "con tanta gente que he conocido en mis viajes en patera, en España o en la cárcel, escuchar me ha ayudado a levantarme". Una lección magistral para parlamentos y gobiernos europeos, porque si escucharan de verdad la terrible voz de la tragedia humana podrían levantar este viejo continente de la postración que le consume. Escuchar las historias de los que, ahora mismo, están navegando muertos de miedo en pateras cerca de nuestras costas. Oír los anhelos de los que esperan desesperados saltar una valla. Ver la cara arrebatada de los cuentan sus sueños, bajo el cielo plomizo que sobrevuela los precarios campos de refugiados que se diseminan en un rincón del mismo mar que van a disfrutar las próximas semanas millones de turistas ociosos.

Nicolás Castellano ha escrito un libro intenso, eficaz, sin concesiones a los excesos sentimentales o los recursos narrativos fáciles, perfectamente descriptivo de una realidad que nos golpea todos los días aunque nos empeñemos en desviar la mirada. Un libro necesario frente a tanta ineficacia política frente a tan colosal tragedia humana. Sobre todo, una obra imprescindible contra tanta estupidez inmoral que protagoniza las encuestas y elecciones de media Europa.

Jorge Riet

 

 

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