Maigret en el Picratt's (Los casos de Maigret)

Opinión:

Volver a Maigret siempre es un placer. Georges Simenon siempre consigue hilvanar, en menos de doscientas páginas, un engranaje de relojería perfecto, sin trampa ni cartón. El equilibrio entre las descripciones y los diálogos consigue dibujar un cuadro preciso. Un cuadro preciso no sólo del misterio, sino de la época, pues con cada caso nos muestra un pedazo más de la realidad del momento. Si en otros casos encontrábamos la vida en poblaciones alejadas de París o las costumbres de la gente adinerada, en este caso descubrimos los bajos fondos, el mundo nocturno de Montmartre, con sus boîtes, sus clubs de striptease y los hombres y mujeres que los habitan. Drogas, sexo y ambición en un mundo lleno de claroscuros.

La manera en que va exponiendo los hilos de los que Maigret tira hacen que la lectura sea fluida. Como siempre, los interrogatorios, la información que va llegando a cuentagotas, que se cruza con reflexiones y diálogos entre los personajes, hace que el lector vaya creándose un esquema, un puzle en el que ir colocando las piezas. Quizás en este caso el misterio no sea tan atrayente y enigmático como en "La noche de la encrucijada", pero lo cierto es que en este "Maigret en el Picratt's" también hay algo a destacar, y es la humanidad que destilan los compañeros que rodean a Maigret. Esta es una novela más coral, donde todos ellos muestran algo más de intimidad, donde se ven sus defectos, sus vicios y sus anhelos. Y eso le da a la historia cierta cercanía que va más allá del simple misterio a resolver.

Por otro lado, muestra los prejuicios de la época en relación a según qué personajes de la noche, nos expone abiertamente la forma en que muchas mujeres tenían que vivir con la certeza de la infidelidad de sus parejas, y nos habla del horror de la droga, que puede llamar a la puerta de todas las clases sociales, arrasando con todo.

Una novela amena, bien llevada y, como siempre, con esa sencillez que caracteriza la prosa de Simenon y que hace que sea siempre un placer volver a él.

Inés Macpherson