Anika entre libros

Los náufragos de las Auckland

Ficha realizada por: Pilar López Bernués
Los náufragos de las Auckland

Título: Los náufragos de las Auckland
Título Original: (Les Naufragés des Iles Auckland, 1870)
Autor: François Edouard Raynal
Editorial: Jus México


Copyright:

© Jus, Libreros y Editores, S. A., 2017

Prólogo de Alfredo Pastor

Traducción: Pere Gil
Ilustraciones: B/N
Edición: 1ª Edición: Abril 2017
ISBN: 9786079409715
Tapa: Blanda
Etiquetas: aventuras navegación basada en hechos reales biografía novelada supervivencia libros ilustrados literatura francesa novela relaciones personales siglo XIX Verne crónicas islas naufragios aislamiento condición humana náufragos experiencias extremas islas Auckland
Nº de páginas: 197

Argumento:

"Los náufragos de las Auckland" es una historia real y, al parecer, la lectura de la obra sirvió de inspiración a Julio Verne para escribir una de sus novelas más emblemáticas: "La isla misteriosa".

                                                                                         SOMBRA

Durante la noche del 2 al 3 de enero de 1864, un importante temporal hizo naufragar a la goleta Grafton en la isla Auckland, la mayor del archipiélago del mismo nombre y situada a unas trescientas millas al sur de Nueva Zelanda.

Los cinco ocupantes de la embarcación se hallaron en una isla desierta y totalmente inhóspita, a merced de los elementos y sin más alternativa que la de procurarse por sus propios medios la subsistencia, habilitar un lugar aceptable en el que protegerse y esperar a ser rescatados.

En la isla Auckland, no obstante, los náufragos se vieron obligados a permanecer veinte meses, aislados completamente de la civilización.

(En la obra se incluyen algunas fotos e ilustraciones).

 

Opinión:

 

"Los náufragos de las Auckland" es el libro que escribió uno de los marinos del Grafton al concluir el periplo de veinte meses en la isla Auckland y tras regresar a su Francia natal, de la que se había alejado hacía más de veinte años en busca de fortuna. Se trataba de François Edouard Raynal, segundo de a bordo y uno de los cuatro socios que se unieron para formar una empresa minera. Con ese propósito, botaron la goleta Grafton con destino a la isla Campbell, donde esperaban hallar estaño aurífero. Dos de los asociados permanecieron en Sidney mientras los dos restantes, Raynal y Musgrave, se hicieron a la mar en compañía de dos marineros y un cocinero.

Durante el trayecto de regreso, una importante tempestad arrastró a la goleta hacia una costa muy accidentada. Allí el barco se hizo pedazos y sus ocupantes descubrieron que habían naufragado en un isla desierta, inhóspita e impenetrable, azotada por los vientos y en la que solo parecían sobrevivir grupos de elefantes marinos.

Raynal rescata en esta obra algunas anotaciones de bitácora y luego echa mano a sus diarios para componer a modo de narración lo que fue una aventura tan terrible como interesante... Porque la necesidad obliga, y obligados estaban los cinco hombres a organizarse. Fabricaron una morada que les proporcionó cobijo ante el inclemente, cambiante y extremo clima; se las arreglaron para pescar ocasionalmente y de forma especial cazar esos leones marinos, casi la base de su alimentación por no decir la única, motivo por el cual optaron por acumular reservas y conservar carne en salazón.

Pero resueltas las necesidades más imperiosas, los náufragos también se dedicaron a otras tareas, donde la experiencia del autor y sus conocimientos adquiridos tras años de aventuras y viajes resultó muy útil. Los hombres curtieron pieles y con ellas confeccionaron prendas de vestir y zapatos; fabricaron jabón, utillajes diversos, colocaron una chimenea en su morada, hicieron mesas y bancos, también lechos medianamente confortables...; incluso construyeron una forja con objeto de moldear metales, cosa que les permitió disponer de clavos y algunas herramientas.

Si esta obra fuese una ficción, habría que etiquetarla como NOVELA DE AVENTURAS; así, en mayúsculas. No solo porque no da tregua al lector, que sigue con interés las andanzas de esos marineros del siglo XIX, su resistencia y capacidad de adaptación, sus temores y alegrías o cómo van explorando el entorno próximo, sino porque Raynal ha narrado la odisea con todo lujo de detalles, incluyendo escenas intensas, sentimientos y emociones. Todo ello narrando en primera persona con una prosa muy atractiva, llana, cercana y comprensible para cualquier lector salvo, quizá, por lo que respecta a cierta terminología marítima propia de la época.

Vemos como cinco hombres, de cinco procedencias distintas, son capaces de establecer normas de convivencia y comenzar a crear los cimientos de lo que sería una primitiva sociedad. Aprenden a organizarse, a repartir el trabajo y a respetar la doctrina que se han impuesto. Estudian, trabajan, rezan, ríen o lloran, aúnan fuerzas y raramente discuten.

Por supuesto, no faltan en el libro instantes difíciles en los que cae la moral. Las frecuentes inclemencias del tiempo llegan a impedir a los náufragos salir de caza durante días, y también la migración de los leones marinos deja a esos hombres indefensos, con el fantasma del hambre planeando sobre ellos porque a merced del crudo invierno y tras muchas jornadas sin poder salir de "Epigwait" (nombre con el que bautizan su casa) las reservas de salazón se agotan. En esos momentos hay frustración e impotencia en el grupo, que se acrecienta día a día cuando, pasados cuatro o cinco meses, todavía no han divisado un solo buque en el horizonte.

Como he referido, apuntan los editores que Julio Verne se inspiró en esta obra al escribir "La isla misteriosa". Y la verdad es que algún que otro detalle me ha recordado mucho la novela de Verne, no únicamente porque en la ficción los personajes son capaces de fabricarse lo que necesitan y vivir organizados como Raynal y los suyos, sino por cómo se resuelven pequeños problemas en ambos libros.

"Los náufragos de las Auckland" es una historia que merece ser leída. Se trata de una aventura real, repleta de acción y muy enriquecedora. Pero más allá de la narración de unos hechos bastante trepidante, el autor ha transmitido sentimientos y emociones íntimas. Resulta interesante trasladarse con la imaginación a aquel siglo XIX en el que el mundo era completamente diferente al que conocemos. Apenas han transcurrido 150 años desde que el Grafton naufragó, pero habituados como estamos a las nuevas tecnologías parece que nos traslademos mucho, mucho más lejos... Cuesta aceptar que en 1864 todavía había islas desiertas no descubiertas, zonas del planeta no cartografiadas y los Polos, el Himalaya, grandes espacios de los continentes y los mares estaban aún por descubrir o conquistar...

Animo a los amantes de las aventuras a vivir a través de este libro una que existió realmente, posee los componentes del mejor thriller de acción y rezuma emociones diversas, que el autor ha sabido transmitir sabiamente narrando en primera persona pero sin descuidar, observar y explicarnos cómo eran y sentían sus compañeros de infortunio.

Pilar López Bernués

 

 

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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