La transparencia del tiempo

Opinión:

Las aventuras del detective Mario Conde tienen un aroma especial, único, que las convierte en libros curiosos y de notable interés. Ese carácter singular viene, fundamentalmente, de la sociedad en que se desarrollan. Acostumbrados a tanta novela negra de ciudades sofisticadas, el lector queda seducido por la particular visión de una Habana pobre, devastada por la prolongación extrema de una dictadura. De esta forma, si uno atiende a lo que de verdad interesa de la obra, "La transparencia del tiempo" es menos una novela de detectives (aunque por supuesto lo es) y más una historia sobre el mundo de la picaresca y pillería en la Cuba contemporánea. 

En esta entrega número nueve de las aventuras (más bien desventuras) del detective Mario Conde, el protagonista es ya un sexagenario (el personaje y su autor parecen cumplir años a la vez) en el que no predomina el aporte físico sino lo racional, el uso de la inteligencia y la experiencia para resolver los problemas. Por eso la novela es sobre todo una obra de ideas, de historias, de testimonios, de cuestiones que suceden sin que sea necesario subrayar las acciones. Hay muchos y muy bellos pasajes (como el que da comienzo a la novela) en los que se introducen con buena pluma reflexiones en torno al declive físico y la llegada de la senectud, que deleitarán al lector que gusta de la buena técnica narrativa.

La sinopsis de la trama detectivesca es tremendamente sencilla, aunque interesante; sigue al pie de la letra los mandatos estructurales de una novela clásica de escritores como Agatha Christie: presentar a los personajes y el hecho delictivo, comenzar una investigación basada en visitas e interrogatorios y tirar del hilo hasta que del otro lado se encuentre la explicación final a lo ocurrido. El problema arranca con el robo de una virgen negra, una posible Virgen de Regla, a un amigo de infancia del detective protagonista. La búsqueda de este objeto religioso nos llevará a recorrer de lado a lado la Habana del chabolismo y los bajos fondos, en una sucesión de interrogatorios que es un descenso al submundo de la isla. Si en esa buena novela llamada "Herejes" que Padura entregara en 2013 la detonación que inauguraba todo movimiento era la pérdida de un Rembrandt, esta escultura de una virgen de propiedades casi mágicas hará que Mario Conde vaya de sobresalto en sobresalto y de información sorprendente en información sorprendente. Todas las aventuras de Mario Conde tienen algo de desventura, y en la ternura de su carácter desgraciado el lector no puede menos que empatizar con este antihéroe de la investigación detectivesca.

No ocultaré que en la parte central de la novela hay una sensación de estancamiento de la historia, apenas aliviada por unos flashbacks históricos acerca del origen de la imagen religiosa perdida que por otra parte son oportunos muy gratos de leer. Este atasco de la historia en algún momento no evita que "La transparencia del tiempo" (no sé si el título me convence para esta novela, dicho sea de paso) sea por técnica, tono e interés general, una buena obra, que no dejará de interesar a los lectores que buscan una escritura de autor con altura literaria. Las miserias del pueblo cubano son representadas con una calidez y un cariño a la isla verdaderamente emocionantes, y en mi opinión constituyen lo mejor de esta nueva entrega de nuestro narrador cubano más querido.

Rafael Ruiz Pleguezuelos