Anika entre libros

La semilla de la bruja (The Hogarth Shakespeare)

Ficha realizada por: Lidia Casado
La semilla de la bruja  (The Hogarth Shakespeare)

Título: La semilla de la bruja (The Hogarth Shakespeare)
Título Original: (Hag-Seed, 2016)
Autor: Margaret Atwood
Editorial: Lumen
Colección: Lumen Narrativa


Copyright:

© Margaret Atwood, 2016

© Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U., 2018

© por la traducción, Miguel Temprano García, 2018

Traducción: Miguel Temprano García
Edición: 1ª Edición: Enero 2018
ISBN: 9788426404404
Tapa: Blanda
Etiquetas: cárcel presos versiones duelo muerte literatura canadiense metaliteratura novela teatro venganza paternidad Shakespeare culpa segundas oportunidades Fama traición sobre literatura espectáculos rehabilitación
Nº de páginas: 336

Argumento:

En un juego metaliterario tan bien llevado como efectivo, Margaret Atwood nos presenta en esta novela una reescritura de la shakespeariana "La tempestad" que va más allá de una mera actualización, modernización o reinterpretación. Así, la autora de "El cuento de la criada" profundiza en las repercusiones de la traición, el deseo de venganza y la conveniencia o no del perdón.

 

Opinión:

 

Con su prosa sobria, su peculiar manera de afrontar la naturaleza humana y esa capacidad para destilar la realidad con el fin de convertirla en alta literatura, Margaret Atwood vuelve a conquistarnos (o, por lo menos, vuelve a conquistarme) con una novela intensa, llena de emociones y de reflexiones.

Integrada en un proyecto que están llevando a cabo varios autores y cuyo objetivo es revisar, actualizar y revitalizar las obras de Shakespeare, la autora canadiense no solo logra esas metas propuestas, sino que va más allá. Y va más allá porque traslada el escenario de la traición y la venganza shakesperiana no solo a la actualidad sino a la realidad de las cárceles y de los programas que tratan mejorar la calidad de vida de los presos a través de la literatura (un buen ejemplo de lo que la literatura es capaz de hacer por todos nosotros, estemos presos de las cárceles que sean o más libres que el viento).

Además, Atwood no solo "traduce" a Shakespeare sino que nos propone un juego que el mismo autor hubiera aprobado: el de la literatura dentro de la literatura, en ese caso, el del teatro dentro de una novela. Es decir, la escritora no solo reinterpreta "La Tempestad" sino que nos propone montar la obra (con todo lo que conlleva) en una representación teatral carcelaria que (magistral idea) consumará la venganza del director de la misma (el protagonista de la novela, Felix Phillips, un vanguardista director teatral venido a menos) contra los traidores que propiciaron su caída en desgracia.

De esta manera, la autora consigue dos objetivos. El primero: que el lector que no conozca "La tempestad" no se pierda. Tras ser apartado del festival que dirigía y después de pasar varios años apartado del mundo, Phillips (utilizando una falsa identidad) se presenta candidato para dar clases de literatura en una penitenciaria. La mayor innovación de su programa consiste en que propone no solo estudiar sino representar diferentes obras teatrales, una por curso. De esta manera, profundiza junto a sus alumnos en el argumento, lo que permite al lector que no haya visto o leído nunca la obra de Shakespeare conocer al dedillo lo que pasa en ella.

Pero es que además, y gracias al segundo objetivo del que hablaba, Atwood consigue a través de este recurso ahondar hasta límites insospechados en la configuración y el trazo de los personajes shakespearianos. Los actores han de conocer bien al personaje que interpretan y, con esa excusa, la creadora de "El cuento de la criada" nos permite analizar en profundidad no solo a los personajes, sino también el contexto en el que se produce la acción y, por supuesto, las motivaciones que les llevan a hacer lo que hacen en la obra.

Huelga decir que este juego metaliterario me ha encantado y que permite ver, claramente, la correlación entre algunos personajes de "La tempestad" y los de "La semilla de la bruja", así como comprobar la igualdad o la diferencia entre las reacciones y las acciones de cada uno de ellos. Además, resulta hasta divertido: Phillips es un innovador del arte escénico y, encima, se enfrenta al hándicap de conseguir que un puñado de presos pase por el aro de convertirse en hadas, magos u hombres débiles. Ante la imposibilidad de que esto sea así (hay que mantener la reputación carcelaria de los actores), tanto el director como los alumnos buscarán ingeniosas soluciones que, además, de resultar sorprendentes y atractivas, abren nuevas vías a la interpretación de los personajes originales.

Pero, más allá de divertirnos con las innovaciones escénicas que proponen los personajes y de entretenernos con la profunda exposición de la obra de Shakespeare, Atwood logra despertar en el lector reflexiones muy importantes, como la reacción ante la muerte de un ser querido, la respuesta ante la traición, la preparación de la venganza, la vida en las cárceles, las segunda oportunidades, el juego teatral o la literatura como forma de superar muchas cosas.

En definitiva, una obra con su punto de diversión, de reflexión y de análisis y estudio de la historia de la literatura y de la historia de la humanidad. Tras leerla solo deseo que todas las clases de literatura que he tenido en mi vida hubieran sido como las de Phillips.

Lidia Casado

 

 

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