La luz perdida

Opinión:

Aunque escribe en alemán (cuestión sorprendente pues se mudó a Hamburgo ya adulta), la autora Nino Haratischwili es georgiana (Tiflis, 1983), y se ocupa de la memoria reciente de su país en novelas que reflejan un compromiso con el pasado y la herencia cultural de un territorio de historia convulsa. La última referencia que conocía de ella era "La gata y el general" (también en Alfaguara), ambientada en la guerra de Chechenia.

El punto de arranque de la novela recuerda los textos de Elena Ferrante, que tan populares han resultado y que cuentan con legiones de seguidores. En 1987, cuatro amigas se cuelan en el jardín botánico de su ciudad, Tiflis (ciudad natal de la propia autora). En 1991 Georgia se independiza de la Unión Soviética, y entrará en un proceso de guerra civil y convulsión política permanente. Treinta años después, solamente tres de ellas sobreviven. Vuelven a verse porque en 2019 se inaugura en Bruselas una exposición que despliega las fotografías de la amiga que ya no está.

Dina, que así se llama la amiga desaparecida, actuará con sus fotografías como notaria de una época y unos recuerdos, que servirán para centrar una novela que se estructura en torno a la evocación, con amor al detalle y la digresión, despachando una literatura en la que no hay prisa por llegar a una conclusión.  En alguna entrevista la autora ha deslizado que, aunque no se trate de un libro autobiográfico, sí que hay muchas referencias personales y cuestiones que influyeron de manera importante en la forja de la memoria de la autora.

Una novela sobre amistad, deseos y futuro en la personalidad de cuatro chicas muy distintas, que mantienen un vínculo en un entorno hostil y convulso, obligadas a crecer muy rápido y tomar decisiones que no solamente las atañen a ellas mismas. La trama recorre por tanto todas las calamidades por las que el país ha pasado, ofreciendo un testimonio de amistad en la oscuridad de un tiempo mal dado. Sus lugares de juegos permanecen como una especie de talismán inmaterial que les reconforta en los peores momentos. Al final, todas encontrarán caminos muy distintos en la vida adulta: Keto, pintora; Dina, la desaparecida, fotógrafa de guerra -lo que no deja de ofrecer una simbología clara al lector-; Ira, abogada exitosa; y Nene, una mujer sometida por las necesidades y normas de una familia envuelta en un ambiente criminal. Todas componen un rico friso en el que la historia que se quiere contar puede contemplarse bajo todas las perspectivas.

Rafael Ruiz Pleguezuelos