La guerra de Alan

Opinión:

Entre las muchas virtudes narrativas de Guibert en esta obra, se encuentra la de acercarnos gráficamente el día a día de una guerra tras las trincheras y en el frente, esa forzada cotidianeidad extraña que se nutre de situaciones extremas.

Porque la vida de Alan, esa historia verídica que se nos ofrece en esta estupenda obra, retrata aquellos años poblados de jóvenes sin experiencia alguna de la vida en un mundo en guerra. Ese en el que la amistad se regala como un bien huidizo y escaso, que depende de los violentos vaivenes de situaciones más o menos remotas, los mismos que zarandean las personas, los paisajes, las referencias sentimentales o los proyectos de vida, trágicamente condicionados por unos tremendos acontecimientos que provocaran un impacto de millones de vida que pervivirá durante décadas,especialmente en la forma de vivir y encarar la existencia por varias generaciones tocadas por la sangrienta mano de una de los peores conflictos bélicos de la historia de la humanidad.

Esta crónica también es la de sus personajes, a los que el protagonista otorga la importancia que se merecen en un presente continuo en el que no existe la certeza de un mañana. Una incertidumbre que se siente día tras día, que condiciona una existencia imposibilitada de trazar expectativas de futuro, que justifica que los famosos que se asoman a estas páginas no tengan un especial protagonismo frente a los otros que sólo han vuelto al presente gracias a haber compartido aquellos días con el protagonista de esta obra.

Porque la guerra es un precario suceder de momentos cuya extensión depende de la caprichosa suerte de los combates a vida o muerte. Esta es una historia americana, pero también muy europea, y al mismo tiempo de vencedores y vencidos. Esa en la que se deslizan las familias, el amor, el sexo, el poder, la fe, la muerte o la geografía. O la pobreza, la discriminación, la pérdida y la tragedia sinsentido.

Pero también es un sentido homenaje vital a la sed de conocimiento, a la curiosidad de saber, del goce de la cultura y especialmente de la música. Con una calidad gráfica extraordinaria y una cuidada redacción de textos que nos sumergen de lleno en la historia de un soldado anónimo, ese que podía haber sido cualquiera, ese que por cualquier encuentro afortunado como el del protagonista y el autor de este libro, hubiera llegado a conocimiento de los lectores de medio mundo.

Esta es la historia de Alan, una de tantas, que hoy cobra especial significado gracias a esta magnífica obra que nos trae al presente aquellos años negros de la humanidad.

Jorge Riet