la gente de la ciénaga

Opinión:

“La gente de la ciénaga” sorprende por lo ameno y asequible que resulta para el lector; la intención divulgativa del texto es evidente. Probablemente se deba a que P. V. Glob concibió la obra como respuesta al interés mostrado por unas colegialas inglesas hacia su trabajo, lo que nos explica en una breve introducción.

Este ensayo se publicó originalmente a mediados de la década de 1960 y se convirtió en un bestseller lo que no sorprende en lo más mínimo porque Glob, sin dejar de lado el rigor científico, consigue sumergirnos de forma apasionante en el mundo de sus estudios arqueológicos. Con un lenguaje ameno y de fácil comprensión nos relata sus investigaciones sobre los hombres de Tollund y de Grauballe, en cuya investigación participó personalmente. Nos explica cómo se encontraron los cuerpos, su excelente estado de conservación, los estudios que se efectuaron sobre ellos como la toma de huellas dactilares, radiografías, análisis de sus últimas comidas, establecimiento de las causas de su muerte, etc. El autor nos hace seguir paso a paso el trabajo realizado por el equipo de expertos y nos explica de forma sencilla los términos técnicos como los métodos de datación empleados o el proceso llevado a cabo para su posterior conservación.

Seguidamente el autor nos explica que desde siempre se tienen noticias de hallazgos de cuerpos bien conservados en las turberas, habla de más de 1500 descubrimientos en los últimos 200 años. Hace un breve repaso de ellos, centrándose en los casos más famosos, mejor documentados y en los más curiosos como el caso de un hombre encontrado en Jutlandia del Norte en 1893, los que lo encontraron creyeron que se trataba de un hombre asesinado por una especie de mafioso local y, asustados, volvieron a sepultarlo. En 1936 volvió a ser hallado y la vieja historia salió a la luz.

Un caso sonado fue el del cadáver de una mujer hallado en la turbera de Juthe, en 1835, cerca de Haraldskjaer, una de las residencias de la monarquía danesa, este hecho hizo que algunos estudiosos creyeran que se trataba del cuerpo de la reina noruega Gunhild. Hubo una gran controversia pero el hecho de que el cuerpo estuviera sujeto al fondo del pantano con ganchos y palos parecía señalar que la mujer era considerada una bruja y atándola se pretendía impedir que regresara tras la muerte y se sugería que podía haber sido enterrada viva. En relación con este caso, Glob nos habla del miedo a los aparecidos y del caso de la isla de Als, al sureste de Jutlandia, donde los espíritus campaban a sus anchas hasta que un sacerdote dió una vuelta por la zona y clavó una estaca de roble en una loma, lo que trajo la tranquilidad al lugar. No puedo decirles lo que se encontró 40 años después en unas excavaciones justo en el sitio en que el sacerdote clavó la estaca, pero el suceso es digno de aparecer en el mejor programa de misterios paranormales.

De la misma manera clara y sencilla, la obra nos habla de la transición de la incineración a la inhumación como forma de enterramiento, lo que supuso la aparición de los ajuares funerarios que han permitido recuperar numerosos objetos de la vida de estas personas de la Edad del Hierro que junto con los que se han recuperado de los pantanos y turberas permiten reconstruir la vida cotidiana de los habitantes de la zona, sus sistema de clases sociales, sus relaciones con Roma. 

A partir de este momento, el autor cuenta también con el testimonio de autores contemporáneos, especialmente los relatos de Tácito sobre los germanos. También se refieren a los habitantes de esta zona porque el geógrafo griego Tolomeo en su “Geografía” sitúa la tribu de los cimbrios en la zona de Jutlandia. Con ayuda de los testimonios recogidos por el autor romano, Glob reconstruye su religión que gira en torno a una diosa de la Tierra: Nerthus que según numerosas fuentes incluía sacrificios humanos en su culto y probablemente muchos de los cuerpos hallados en las turberas correspondan a estas víctimas sacrificadas a la diosa.

Una serie de notas de Enrique Bernárdez, encargado también de la traducción, acompañan el texto y señalan pequeñas correcciones a la obra de Glob, no en vano han pasado casi 50 años desde su publicación y, además de nuevos descubrimientos, las técnicas aplicadas a la investigación arqueológica han avanzado considerablemente, permitiendo dataciones más precisas; por lo demás, “La gente de la ciénaga” sigue estando plenamente vigente a día de hoy.

La edición que nos presenta Ediciones Marbot viene acompañada de 77 ilustraciones, en su mayoría fotografías en blanco y negro, que componen un documento visual muy valioso porque nos permiten contemplar los cuerpos y los objetos encontrados, algunos de ellos magníficos, como es el caso de un gorro de mujer realizado en una especie de encaje de delicada factura; calderos y cuencos con bellos relieves, carros, y una serie de fotografías que muestran cómo aprovechando las formas naturales de ramas, con la adición de un mínimo aporte humano, lograban esculturas con una gran fuerza expresiva.

Al final del volumen encontramos la bibliografía disponible sobre el tema y, para esta edición, se han añadido una serie de títulos en castellano para los que deseen profundizar en el tema. Algo que se agradece porque realmente apetece seguir profundizando en el tema después de leer un ensayo tan ameno y fascinante.

Jaci Alía Arreche