La frontera salvaje

Opinión:

Convertido el comandante en ermitaño, su punto de locura y excentricidad no empaña la narración de su única obsesión: que todo el mundo conozca lo que ocurrió realmente en El desastre de Annual por palabras del generalísimo y que se ponga nombre a los cabecillas que permitieron aquella masacre. Desde su refugio sólo convivirá con el genio de su lámpara y las visitas de Lourdes: la herederá de esta historia y de la verdad que se esconde entre sus páginas, la protagonista del cuento en el que se ve sumergida tras caerse por unas escaleras.

La lectura, de corte fantástico, nos lleva por un camino lleno de sorpresas, donde la sonrisa asoma incrédula ante los episodios a los que asistimos, si bien, el relato va más allá dibujando personajes variopintos con sus historias personales, como la de la juventud perpetua de Berta, conseguida a través de la mordedura anual de una serpiente, o el prospero negocio de Nicanor, que a fuerza de vender ataúdes por medio mundo a presidentes de repúblicas y dictadores, consigue pasar por encima de todos, bien como comunista, bien como falangista. Quedando un espacio para Sonsoles, la hija huida de Berta, que será el testigo más directo de la segunda guerra mundial, viviendo en París, alternando con los alemanes y siendo testigo del suicidio de Hitler, gracias a su cámara de fotos y a la fama conseguida con unos naipes pornográficos.

Polos opuestos de esta trama, unos odiados, otros queridos y los más, peones que abandonan la frontera, huyendo de las garras familiares o de la persecución política, y que se unen en un enredo final en busca de un nuevo elemento que tiene la burla de Goering como protagonista. Los cuadros robados y que se perdieron en los valles de Canfranc, gracias a los maquis, son el misterio a resolver más importante y que nos conducirá a nuevas aventuras.

Canfranc es la frontera salvaje en la que se dan cita todos los vicios de las guerras, contrabandistas, milicianos, soldados y guardias fronterizos, se suceden en la ley del más avispado en un territorio donde la ley se reinventa cada día.

Como podéis imaginar, la novela está repleta de giros, situaciones costumbristas de la época que se mezclan con un sinfin de personajes. Lo que supone que en más de una ocasión el lector pueda perderse para encontrarse más adelante, haciendo que la lectura se convierta en un ejercicio de memoria. Quizás el autor abusa del estilo literario, no dejándonos disfrutar del periodo histórico, ni de esa fantasía desbordante que le acompaña.

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