La cocina canalla de Carlos Durán

Opinión:

Los cocinillas no podemos resistirnos a un libro de recetas, y menos si lo que esconde entre sus páginas son propuestas originales que nos permiten salir de nuestra rutina gastronómica sin grandes esfuerzos. Y sin necesidad de gastarnos un dineral en herramientas que nos permitan dejar con la boca abierta a los invitados. O sorprendernos a nosotros mismos con combinaciones que no siempre se nos habrían ocurrido. Por eso, un libro como "La cocina canalla de Carlos Durán" es siempre una buena noticia. Incluso cuando, como en este caso, el resultado no termina de ser satisfactorio del todo.

Pero, primero de todo, ¿quién es Carlos Durán? Nacido en 1980, este chef madrileño ha sido capitán de la Selección Española de Cocina, Medalla de oro en el VIII International Culinary Competition  of Southern Europe y Nominado a la Copa del Mundo de Cocina Profesional 2013 entre otros méritos de ámbito internacional. Pero también se ha medido a otros renombrados chefs dentro de España y ha encontrado tiempo para la docencia y para escribir libros de gastronomía. ¿Y qué es su "Cocina canalla"? Se trata de una apuesta algo gamberra que pretende revolucionar nuestras mesas y, sobre todo, centrarnos en lo importante, en el producto, jugando con combinaciones de sabores y técnicas poco comunes.

Y son estas credenciales Salsa Books ha lanzado este volumen, compendio de recetas que, separadas en secciones como "Solos ante el peligro" o "Alimentos para el segundo cerebro", ofrece precisamente eso, propuestas originales a partir de productos tradicionales. Ensalada de pinzas de bogavante; Sopa espumosa de chocolate negro con ron, lima y canela; o Terciopelo de tomate rosa y pico de gallo son algunos de los sugerentes nombres de algunas de estas recetas, que no dejan de lado otros platos tan tradicionales y aptos para todos los públicos como las patatas bravas o los fingers de merluza. La dificultad de estas, en su mayoría fácil o media (sólo 7 están clasificadas como de dificultad alta) consiguen el objetivo principal: que nos lancemos a probar. De que sigamos con la experimentación son responsables los resultados, que sólo puedo calificar como excelentes (siempre y cuando te gusten los ingredientes estrella de cada una de las preparaciones).

La decepción en este caso, pues, no viene de las recetas, sino de la propia edición del libro. Se echan en falta fotografías de todos los platos (a veces la sugerencia de presentación no es suficiente), y los textos que introducen a cada una de las secciones no terminan de despegar. Quizá sea porque esperaba un tono más gamberro, o porque creo, por ejemplo, que las dos páginas que se usan para definir lo que son las ocasiones especiales sin añadir nada nuevo podrían haber estado mejor empleadas en añadir otras dos recetas, lo cierto es que el formato no termina de funcionarme. Ni tampoco resulta cómodo para su uso dentro de la cocina sin que sufra algún tipo de accidente al intentar mantenerlo abierto. Una decisión, en definitiva, desacertada que le resta algo de brillo a un libro por lo demás casi imprescindible.

María Martín