La canción del bisonte

Opinión:

Iniciamos nuestro viaje desde la Sierra de Atapuerca, Burgos, donde conviviremos con el Clan de la Cueva Mayor y seguiremos la ruta que emprende el Autillo, un niño de la tribu que aprende observando como los hombres salen de caza con el buen tiempo y las mujeres disponen en su ausencia del trabajo cotidiano; cuando llegue el invierno algunos perecerán sirviendo de alimento para el resto, lo mismo que ha visto hacer a las águilas con sus polluelos.

Al otro lado de las montañas, al norte de la Cordillera Central, se encuentran los Primeros Hombres, donde se crió Nublo, otro de los personajes a los que acompañaremos en esta aventura del Neandertal. Su vida nos acerca a las luchas internas entre los miembros de las facciones más feroces de la península y nos atrapa con un relato donde vemos el crecimiento del que será nombrado jefe de los Patas Cortas.

Más al norte, donde ya se divisa el mar, habitan Ova y Ababol en las cuevas cercanas a Puente Viesgo, Cantabria; de ellas aprenderemos a familiarizarnos con las plantas que usaban como remedios para sus curaciones y compartiremos su sorpresa cuando ven por primera vez el Gran Azul. El Mar Cantábrico, junto a la gran montaña que recibía el nombre de Mamut, son descritas como una visión impresionante pues el entorno albergaba toda la flora y la fauna que alguien pudiese imaginar y un hermoso e inquietante horizonte para soñar.

Pero el papel protagonista lo lleva el Errante, un hombre que se mueve entre clanes y trae noticias del resto de las tribus y de los más feroces adversarios y a los que todos temen: los Oscuros y los Patas Cortas. Su peregrinaje es el eje central de la novela y a través de él iremos conformando el mapa que le irá descubriendo a el Autillo. Un viaje que no querremos que termine por su alto contenido de información y la gran aventura que viven con otros personajes.

Los diferentes relatos donde se describe la forma de actuar de los cazadores frente a sus presas, caballos, ciervos, bisontes o jabalíes, entre otros, son una magnífica fuente de información para conocer la fauna que habitaba en la época como las costumbres de los mismos, así como el arte de la caza que se iba transmitiendo entre generaciones y pueblos. Sorprende la maquinaria que se ponía en marcha posteriormente a la cacería, donde hombres, mujeres y niños desollaban, descuartizaban y ahumaban de forma sincronizada a sabiendas de que debían prepararse para el invierno.

Las creencias en las predicciones de los chamanes y sus rituales a las diosas de las cuevas tienen su punto álgido en la novela con la contemplación de un eclipse de sol, momento en el que los diferentes clanes con los que hemos convivido creen ver una señal. Para el Errante es la confirmación del final de la profecía que le había mantenido como tal, para el Autillo su segundo viaje donde acompañará a su maestro, ya no como aprendiz sino como amigo. El lector descubre nuevos puntos de interés en las referencias descritas en el camino, entre ellas, Ojo Guareña, Burgos, o las pinturas de las Cuevas de Altamira, Cantabria.

Nos vamos acercando a la parte bélica de la novela y para meternos de lleno en la primera guerra de la humanidad donde nos sorprenderán las diferentes estrategias contra sus enemigos, con grandes similitudes a las que efectuaban en la caza de bisontes y renos.

Un índice de notas al final de libro nos deja un paseo geográfico donde descubriremos todos los puntos por donde hemos pasado; una ruta perfectamente reconocible y en la que al viajar se puede sentir las migraciones constantes de animales y hombres por valles y montañas que, como en el caso de el Autillo, formaron un nuevo clan: el Errante.

Una novela que se puede considerar una recreación histórica, emocionante, didáctica y visual a partes iguales; y una magnifica fuente de documentación que nos descubre nuestros orígenes y posiblemente los de la humanidad.

Porlomenix