La batalla de esquizo

Opinión:

Una de las sensaciones con las que una se queda tras leer esta historia es la de pena. Puedes valorar el esfuerzo, pero la compasión es inevitable, porque la esquizofrenia va con Roberto veinte años y ha decidido quedarse con él. De hecho aún le acosa, y él se da cuenta.

Roberto representa al enfermo que apenas advierte sus cambios, que los reconoce años después, cuando tras una medicación correcta está mejor y puede discernir, pero no siempre fue ni será así.

Es curioso cómo se presenta al personaje. Su mente es puro contraste. Lo primero que sabemos de él es que está obsesionado con pintar -va a la facultad de Bellas Artes-, que no se lava y huele fatal, y acto seguido está convencido de que atrae a las mujeres. Es como si su mente se desdoblara. Lo negativo acaba venciendo a lo positivo. Los mensajes intrusivos fatales no le abandonan nunca. Son su perdición. La perdición de cualquiera, he de decir. Pero en su caso es un agravante porque la enfermedad mental se la pillan tarde. De un posible episodio psicótico pasa a un brote psicótico, y ahí se establece la esquizofrenia como compañera de viaje para el resto de su vida.

Algo con lo que convivimos en esta sociedad es la concienciación sobre la importancia de no dejar la medicación, pero tampoco es fácil vivir con ella. Conocemos casos de enfermos que la dejan porque creen estar mejor. Si no hay nadie para controlar solo se puede confiar en que ellos no rompan su rutina.

El autor ha plasmado de una forma magnífica tanto el inicio en el que explica cómo empezó todo, como el momento en que empieza a medicarse. No es fácil, no creo que lo fuera, pero yo he visto/sentido/entendido lo que expresaba el enfermo. Sus dibujos recrean perfectamente las paranoias, la manía persecutoria, la sensación de malestar…

Ha utilizado durante toda la novela gráfica distintos tonos de marrones, algunos muy oscuros, y pocas veces se ve un toque de color vivo. Esta idea también representa muy bien lo que quiere transmitir.

"La batalla de esquizo" fue ganadora ex aequo del IV Premio Divina Pastora de Novela Social y la propia Fundación destina la totalidad de los beneficios que recibe por esta obra a la Federación de Salud Mental Castilla y León, y al desarrollo de acciones que contribuyen a la riqueza y diversidad del cómic en España.

Tras Nuevo Nueve Editores se esconde (no se esconde, es un decir) el gran Ricardo Esteban que durante muchos años asociamos a Dibbuks. Es por eso que no me extraña que haya seleccionado esta obra entre su catálogo, porque Ricardo es de los que tienen ojo para las buenas historias.

Anika Lillo