José Saramago en sus palabras

Opinión:

Con tres bloques bien diferenciados este libro nos permite acercarnos a la figura del Saramago escritor, persona y ciudadano de la mano de sus propias palabras.

Su infancia, su querida aldea llamada Azinhaga y la estrecha relación que tuvo siempre con sus abuelos fueron forjando su carácter desde bien pequeño. Melancólico, reservado y solitario, se vio obligado por las circunstancias a vencer su timidez. De formación autodidacta, nos encontramos con un hombre que miraba al mundo desde la fascinación de saber que la vida le estaba enseñando cosas continuamente. Una persona que no buscaba la felicidad, sino la armonía con su entorno, con su conciencia.

Saramago nunca disfrazó sus ideas, y mucho menos las ocultó. Ejemplo perfecto del intelectual comprometido, siempre inmerso en la esfera pública, del lado de los invisibles, con una visión lúcida, indignado por las injusticias y las desigualdades sociales, utilizó su notoriedad pública como altavoz de los más desfavorecidos. Nunca fue ajeno al dolor de los demás, jamás el éxito le hizo despegar los pies del suelo que pisaba con firmeza. Profundamente preocupado por la sin razón del mundo en el que vivía, se preguntaba una y otra vez, por qué no podíamos ser de otra manera, por qué no conseguíamos mejorar, ser buenos. Le superaba la incapacidad de los seres humanos para vivir juntos en respeto mutuo. Cuestiones que se reflejaban una y otra vez en el contenido de sus obras. La figura del ciudadano comprometido siempre estuvo íntimamente unida a la del escritor, dando siempre coherencia tanto a su vida como a su obra.

Aunque también fue objeto de envidia y rencores. Un hecho que le marcó profundamente fue la prohibición por parte del subsecretario de cultura portugués de la época de presentar su novela "El evangelio según Jesucristo" al Premio Literario Europeo. Este acontecimiento le provocó tal indignación que fue una de las razones por las que trasladaría su residencia habitual a la isla de Lanzarote en el año 1993.

El pensamiento de Saramago tiene una fuerte carga ética. Siempre basado en el compromiso y en una regla fundamental sobre la que  sustentó toda su vida: no hacer daño a los demás. Pesimista convencido, pero con toda la razón ya que estaba seguro de que disponemos de los medios necesarios para solucionar algunos de los problemas de la humanidad, pero no los usamos. Aún así, dejaba una puerta abierta a la esperanza: "Todo lo maravilloso cabe en el corazón del hombre". Siempre sostuvo que la razón es el instrumento imprescindible para que una sociedad sobreviva.

Tras la lectura de este volumen en el que sus palabras le rinden un merecido homenaje, se  despierta en mí el recuerdo de cada uno de sus libros leídos a lo largo de los años. En cada página de su obra la memoria cobra vida y siento una vez más la certeza de haberme encontrado con uno de los escritores que me han hecho soñar de verdad y que han despertado en mí la necesidad de pensar que otro mundo es posible.

Obrigado, Saramago. 
 
Juan Salas Villanueva