Instrucciones para un funeral

Opinión:

A David Means se lo ha comparado con Raymond Carver o con John Cheever, dos de los más notables narradores de las letras norteamericanas. Sin embargo, en su nuevo libro de relatos, "Instrucciones para un funeral", parece ser más deudor de la tradición sureña -la de Flannery O'Connor y Carson McCullers- y quizás también de la irreverencia posmoderna de Jonathan Franzen. Este libro reúne trece nuevos relatos del escritor de Michigan y, como él mismo señala en el prólogo que anticipa a la obra, dos son los temas literarios que despliega claramente como núcleos estructurales: la violencia y la pérdida. En ese mismo texto introductorio, el autor califica a sus relatos como "una expresión de un interés concreto", el interés confesional y autobiográfico, a pesar del carácter ficcional de los relatos.

Los textos que forman parte de "Instrucciones para un funeral" son todos ellos un claro ejemplo de la mejor narrativa realista norteamericana. Bajo la intención de reflejar su país y los modos de vivir de su gente, David Means despliega un complejo abanico de personajes en todo tipo de situaciones de injusticia y desamparo. Muchos de estos son relatos agresivos en todos los planos de la violencia: "A puñetazo limpio, Sacramento, agosto de 1950" narra una pelea improvisada entre dos jóvenes, James Sutter y Frankie Bergara, mientras que "El caudaloso Shannon" nos hace partícipes de la violencia verbal que una pareja utiliza como arma ante una supuesta infidelidad. Este relato es la segunda parte -al menos, mantiene los mismos personajes- de "La silla", un tierno canto a la ambigüedad de la figura paterna, en la que se mezclan determinación, fiereza y compasión.

Quizás los mejores relatos que forman parte de "Instrucciones para un funeral" son también los más oscuros y difíciles de entender, deudores de los mecanismos narrativos minimalistas de la tradición norteamericana reciente. En el relato que da título a la recopilación, por ejemplo, un personaje expresa sus deseos preceptivos de cara a su hipotético funeral; partiendo de esa premisa narrativa, se construye todo un relato en torno a las envidias y recelos de antiguos amigos y compañeros que podrían ser la causa de su esperada muerte. En "El morro", una pareja recorre la carretera hacia el Monumento Nacional de Nuevo México, pero el hombre va soltando un discurso que la mujer ignora. Por el camino encuentran a una agente que se sube al coche y será la única en hacerle caso al conductor. Por ello, el relato da un giro espectacular cuando el viaje culmina en el monumento de El morro, donde el hombre y la agente abandonan a la mujer.

Así pues, lo mejor que los lectores pueden encontrar en estos relatos es el estilo: a ratos coloquial y desenfadado, pero en otros momentos culto, rozando lo poético, con frases largas y bien logradas. "Instrucciones para un funeral" es un ejemplo más de la excelente calidad literaria que actualmente impera en la cuentística norteamericana.

Darío Luque