Examen de ingenios

Opinión:

Caballero Bonald no es solamente un buen escritor, sino que tiene a sus espaldas una trayectoria tan lúcida y prolongada que constituye memoria viva de una época. Esta memoria de una vida en la cultura queda ahora proyectada en esta recopilación de rápidos retratos de grandes (y medianos, y aún pequeños) personajes de nuestra cultura. Hay tantos escritores que encuentran aquí su semblanza que tomada en conjunto la obra casi puede considerarse un diccionario personal de literatura. Bonald es el  escritor que ha estado en todas partes y compartido experiencia con todo el mundo, lo que le habilita para producir un libro así, en el que finalmente comparte con cualquier lector la impresión que cada una de estas figuras le ha causado. Hay mucho de examen en tales retratos, como avanza el título, de manera que no todos los biografiados son tratados con benevolencia. Muy al contrario, abundan los perfiles afilados y ácidos, que dotan a la obra de un interés crítico añadido. La recopilación y selección es poderosamente subjetiva, y eso es rotundamente bueno para el resultado final.

La principal virtud de "Examen de ingenios" es que merece su título, aunque haya sido tomado prestado de Huarte de San Juan. Lo que Caballero Bonald hace en él es precisamente eso: valorar el talento y trayectoria de cada una de las personas que retrata. Le interesa el recorrido de los personajes elegidos, de manera que cada uno de los perfiles recibe por lo general un repaso completo de las distintas etapas de su trayectoria. Para placer del lector, no cae en la laudatoria fácil o gratuita, de manera que su prosa denota sinceridad y verdadera pasión en cada semblanza. Habla bien de quien le apetece y ajusticia a quien quiere, algo que es de alabar. En "Examen de ingenios" Cela aparece con sus defectos, igual que Baroja o Azorín, sin que el autor tenga problema alguno en destripar la vida y obra de ciertas vacas sagradas que tantos otros autores habrían acometido con muchas más reservas y precaución.

Se trata de cuatrocientas cincuenta y tres semblanzas, en las que no solamente hay escritores, aunque pueden ser el colectivo predominante. También hay políticos, pintores, cantantes, en realidad cualquiera que pueda haber llegado a interesar lo suficiente a Caballero Bonald a lo largo de su trayectoria. Si hay que buscar comparación al libro con otras entregas de este tipo, pienso que se podría equiparar con aquellos libros de biografías subjetivas y hasta cierto punto poéticas que nos regalaba de cuando en cuando el inolvidado Francisco Umbral.

Si me preguntan cuáles de los retratos de "Examen de ingenios" son mis favoritos, les diré que hay muchos, muchísimos, porque se trata de un libro rotundamente interesante. Me ha encantado la semblanza de Miguel Delibes (por introspectiva y clarividente), la de Camilo José Cela (por sincera y vertical), la de Leopoldo Panero (porque la biografía del personaje en sí es inconmensurable), la de Alfonso Guerra (por su tono entre admirativo y condescendiente), y tantas otras. Cada lector encontrará su favorita, y buscará la de ese autor que no le gusta para ver si Caballero Bonald tiene valor suficiente para contar cómo era en realidad.

Rafael Ruiz Pleguezuelos