Estas cosas jamás suceden

Opinión:

Mika Waltari, autor mundialmente conocido por la popular novela histórica "Sinuhé el Egipcio", publicó "Estas cosas jamás suceden" en 1944 bajo el seudónimo de Leo Arne. En los años 60 y 70, la producción de Waltari tuvo una presencia enorme en España, y sin embargo esta obra se encontraba inédita hasta que Navona ha decidido rescatarla del cajón de los libros olvidados. En la novela todo funciona en clave simbólica, como si cada personaje representara a todos los hombres y mujeres que sufrieron la atmósfera irrespirable de los albores de la Segunda Guerra Mundial.

Para conseguir esa impersonalización, la obra evita cualquier detalle realista; las menciones a lugares son siempre imprecisas, así como los objetivos que los personajes se marcan. No hay nombres propios, porque los personajes son nombrados simplemente como "el hombre", "la mujer", o "el piloto". Sabemos que el protagonista emprende un viaje de negocios que se complicará hasta lo inimaginable, pero nunca sabemos qué le llevó a salir de casa.

La peripecia es mínima, quizá por ese carácter simbólico de cuanto ocurre. Arranca con unos personajes que hacen caso omiso a las indicaciones de un aeropuerto que impide el despegue de aviones por miedo a los diversos conflictos que asolan Europa. El vuelo, efectivamente, será tremendamente peligroso, y finalmente les llevará a una tierra misteriosa, presa del caos y la violencia. 

Waltari escribió "Estas cosas jamás suceden" muy joven, con poco más de treinta años, y además lo hizo con una técnica de absoluta sencillez, utilizando párrafos cortos y diálogos mínimos, muy alejado del pintoresco barroquismo de "Sinuhé el Egipcio", la obra que le llevó a la fama mundial en 1945.

No es, como imaginarán, una obra mayor de Waltari, pero tampoco un texto a ignorar. Puede disfrutarse si se entra en su atmósfera fría, si se da la oportunidad a esa expresión congelada que pretende mostrar a unos personajes a los que las circunstancias parecen haber suspendido el uso de los sentidos.

Rafael Ruiz Pleguezuelos