En el corredor de la muerte (Pablo Ibar)

Opinión:

Esta crónica de un horror judicial cobra ahora especial oportunidad porque acaba de empezar en estos días el juicio que puede poner fin a la pesadilla de Pablo Ibar, 24 años encarcelado de los que 16 los ha consumido en el corredor de la muerte, por una acusación trufada de irregularidades y extrañas actuaciones policiales y judiciales.

Este joven residente en Miami, sobrino del mítico boxeador vasco Urtain, lleva la mitad de su vida, además de encarcelado, luchando por un juicio con las debidas garantías procesales. Todo apunta a que es una víctima más de unas autoridades con excesiva prisa por aclarar un crimen, con incomprensible lentitud para deshacer sus errores, y con una increíble tozudez administrativa a todas luces inhumana.

Un juicio justo finalmente aclarará si Pablo Ibar es culpable o no de los graves delitos que le han llevado a la cárcel, pero ese juicio se ha demorado 24 años, los que le han podido llevar a perder la razón si no fuera por su fuerza mental y el apoyo de su familia, especialmente su mujer, una persona valiente que no sólo fue testigo directo de que no pudo cometer el crimen, sino que incluso llegó a casarse con Pablo estando ya en prisión, uniendo su destino a este y a una lucha tenaz plagada de problemas, incomprensiones y tristezas, por ese juicio por el que llevan luchando tantos años.

Este libro de Nacho Carretero es una crónica perfecta de esta tragedia, de esa titánica lucha, de la fuerza de personas que lo han perdido todo menos la esperanza y la voluntad, pero también de una ciudad como Miami hace un poco más de dos décadas, con la presencia de la emigración y de la pelota vasca como hilo conductor de muchos de esos viajes con sólo un billete de ida.

Un ensayo que se lee de una sentada, porque además de plantear esas preguntas de una lógica aplastante que la justicia norteamericana aún no ha dado respuesta, nos invita a conocer la trágica vida de un joven arrastrado a una maquinaria obsesionada con imponer sus premisas sin atender a otras razones que no sean las de su propia intencionalidad. Pero también es una crónica de la vida en las prisiones norteamericanas, las dificultades de las familias de presos, sobre todo, la locura existencial que supone vivir en una celda esperando ese fatídico momento en el que se consume definitivamente la condena a muerte, con el miedo absoluto como una enfermedad lenta que corroe el juicio de cualquier persona por fuerte que sea. Esa espera que puede durar décadas, sumando injustamente a la pena de cárcel la lenta espera de una muerte anunciada.

Un buen libro que ayuda a confirmar lo absurdo e inhumano que representa la pena de muerte, como un anacronismo tan inútil como inhumano, precisamente en una nación con tasas de delitos y presos muy superiores a países que no tienen la muerte como castigo. Un ensayo que no sólo es la historia de una víctima de una ineficiente maquinaria judicial, más allá de que finalmente pueda volver a ser condenado, sino un retrato de vidas segadas por ese aparato institucional que se ha demostrado hasta ahora en este caso alérgico a la verdad, y especialmente la insoportable inutilidad de la pena de muerte.

Un libro absolutamente recomendable para aquellos interesados en los problemas de la justicia, en su injusticia cuando se abusa de la ley, y ahora especialmente oportuno para entender el alcance del lento juicio que se inicia precisamente estos días, ese juicio que decidirá el futuro definitivo de Pablo.

Jorge Riet