el zoo absoluto

Opinión:

Me declaro fan incondicional de la maldad exquisita de Edward Gorey, un excéntrico dibujante y escritor de culto autodidacta, amante del ballet y los gatos, cuya obra está siendo felizmente recuperada para sus admiradores españoles por editoriales como Libros del Zorro Rojo. Gorey es un autor inquietante y enigmático, que consigue transmitir en cada uno de sus trabajos un universo de pulsiones inconfesables y crímenes macabros. Sus personajes ocultan con frecuencia un lado oscuro, o se ven cercados por el Mal, sobre todo en el caso de los protagonistas infantiles, niños y niñas pálidos, de gesto triste e inocente, que, a partes iguales, conmueven y hacen reír al lector con sus desgracias. La perversidad de los adultos es la responsable en muchas ocasiones de la pérdida de la inocencia de estas criaturas que, sin duda, prefiguran a los misteriosos niños retratados por Tim Burton en La melancólica muerte de Chico Ostra.

En esta ocasión, Gorey reduce a la mínima expresión los elementos que rodean a los animales integrantes de su particularísimo zoo. El lector apenas se distraerá de la imagen central, porque el autor desnuda cada viñeta, la despoja de ese preciosismo victoriano que envolvía a los personajes de ciclos anteriores con multitud de pequeños detalles.

Los animales de El zoo absoluto reinan como protagonistas involuntarios, del mismo modo que en las fotografías o las tomas en movimiento de un documental. En riguroso orden alfabético son sometidos a la mirada del hombre que se acerca a sus jaulas y mira al interior, después de leer la etiqueta identificativa (y descacharrante) correspondiente. Muchas veces el animal estudiado queda definido como un bicho raro, repugnante o siniestro, como una alimaña deforme, huidiza, voraz... Animales feos pero tiernos, que se autodestruyen o reptan por el mundo por puro cansancio. Que se extinguen, como el Zote, última letra de este punzante abecedario, ante la mirada pasiva del hombre, en lo que puede entenderse como una clara denuncia de tintes ecológicos. Animales que nos harán soltar una carcajada a  cada página, aunque quizás debiéramos preguntarnos si realmente tenemos razones para reírnos.

Una vez más, Gorey, en esencia, y, como siempre, genial.

Patricia Esteban Erlés