El vendido

Opinión:

Esta obra reabre el debate del racismo en la sociedad norteamericana, al mostrar la hipocresía de las confortables convenciones que permiten la existencia de guetos de pobreza y miseria en los suburbios de las grandes ciudades, mientras las élites, sean del color político que sean, disfrutan de sus exitosas vidas mientras la sociedad se fragmenta en una obscena desigualdad.

Un libro provocador, incómodo, que mete el dedo en la llaga de una sociedad cargadísima de contradicciones a las que nadie parece querer poner coto alguno. Su historia, especialmente su dominio de los diálogos, golpea, aturde, noquea, avisando de los enormes peligros latentes en esos suburbios olvidados donde la ley que impera es la del más fuerte, llevando a sus personajes a situaciones límite, a esos roles que parecen excéntricos pero que sin embargo ofrecen un fresco impecable de los problemas y contradicciones actuales.

Esta obra es compleja, incluso difícil, de ritmo y lectura densos, pero con una fuerza narrativa descomunal. Una obra que desnuda los lugares comunes de la corrección política, porque ya saben, "los blancos tienen mejores accesorios", en una sociedad que sistemáticamente desmiente el mito de la igualdad de oportunidades, la existencia del "sueño" de ascenso en la escala social sin más limitaciones que la fuerza de voluntad, las míticas virtudes de una educación formal cuando el color de la piel y el origen geográfico conspiran contra la oportunidad de un buen empleo.

Esta novela, ganadora del Man Booker Prize, recurre al más provocador humor negro para removernos en el asiento, para sentirnos permanentemente incómodos, con una dureza que nos aboca a plantearnos el conflicto irresuelto del racismo en las sociedades más avanzadas de la tierra. En una realidad donde gobierna el espectáculo, con un comportamiento individual sujeto a las leyes de la exhibición, de la transparencia, de total ausencia del sentido de individualidad en beneficio de un sistema donde todos parecen estar bien ubicados desde la cuna, y en el que delito, la transgresión, la violencia, parecen ser un reducto del saber estar actual en sociedad y no como un problema moral. Esa moral que parece haberse despistado de los discursos, las ideologías, los anhelos, las expectativas, las reglas éticas, en beneficio de un permanente cálculo de probabilidades que sitúa todo en su sitio tal y como está preestablecido. Tal y como nos denuncia su protagonista cuando matan a su padre, se supone que debía llorarle y culpar al sistema cuando murió a manos de la policía, lamentar ser de color y de clase media baja en un estado policial que sólo protege a los blancos ricos y a las estrellas de cine de todas las razas, pero en realidad no pudo llorarle porque su muerte era "un truco, otro de sus elaborados ardides para instruirme sobre la grave situación de la raza negra e inspirarme para que hiciera algo con mi vida".

Un protagonista que propone medidas racistas para que reaccionen los discriminados, perseguidos y socialmente condenados. Para evidenciar una realidad que no se encuentra en los tratados jurídicos ni en las sentencias judiciales, sino en los suburbios de las grandes ciudades. Para confirmar por vías legales lo que ya ocurre con total naturalidad en las calles y en el trabajo, como la discriminación racial u otras como la homofobia. Un recurso literario que constantemente pasea por el filo de la navaja de lo políticamente aceptable, pero que consigue abrir en canal las contradicciones de una sociedad que se refugia en sus leyes para que ocurra justo lo contrario de lo que predican. Un libro duro, radical, provocador, con situaciones tan chocantes como extremas, que nos arroja sin paracaídas, como ciudadanos (y sobre todo consumidores con aspiraciones de bienestar) en un Estado de Derecho, a la más cruda realidad de una situación tan penosa como inquietante. Un libro que nos señala la contradicción entre el solemne enunciado de graves pronunciamientos legales, en lo que se refiere a igualdad de derechos, y la tozuda realidad que se obstina en desmentirlos. Y además magníficamente editado, como es marca habitual de la casa, por Malpaso, para gozo de sus afortunados lectores.

Jorge Riet