El regreso del catón

Opinión:

El miedo que me da leer segundas partes no es que el libro sea mejor o peor, si no la posibilidad de haber olvidado ya a sus personajes, pero las criaturas de Matilde Asensi que protagonizaron "El último catón" vuelven a recordarte lo divertida que era la pareja Ottavia Salina (esa ex monja familia de la mafia) y Farag Boswell (su pareja y contrapunto), así como la apariencia dura y militar de Kaspar Glauser, la Roca. En esta novela le acompañan en su aventura Abby Simonson, la nieta de la pareja de multimillonarios que propone la búsqueda de los osarios, la assassin kurda Sabira, y Gilad, un arqueólogo judío. Pululan por ahí un tal Tournier y un tal Gottfried Spitteler ¿os suenan? Y staurofílax, por supuesto.

La novela empieza con la entrada de Becky y Jake -los multimillonarios- en la vida de Ottavia y Farag que viven bastante tranquilos y felices con Isabella (mayor de edad pero una niña para Ottavia, sólo hay que ver cómo la trata y lo que puedes reírte con ella y sus prejuicios) hasta que les proponen la nueva aventura. Farag se emocionará enseguida y mostrará entusiasmo pero si recordáis… Ottavia es más especial. Para ella eso de que existan restos de Jesús es como tumbar su fe porque ella lo imagina más subiendo al cielo mártir y angélicamente y creando las bases de su religión, así que Ottavia acabará metida de lleno en la aventura pero también más quejica y enfurruñada que nunca. Su personalidad es de lo más divertida porque todo le parece terrible. A su sobrina la ve como una pecadora, y es tremendamente exagerada con ella, así como con Abby, a quien la ve como un espectacular caballo feísimo (véase la contradicción). Sus filias y sus fobias son la parte más divertida de esta novela. Y la más entretenida, obviamente, es la que esperamos en la novela: la búsqueda y las pruebas.

En esa primera parte hay mucho de historia, pero narrada por los personajes gracias a su investigación previa. Mongolia, Marco Polo, la ruta de la seda, cartas, pistas de dónde están los osarios… A mí se me hizo un pelín larga pero con seiscientas páginas estaba claro que habría aventuras, y las hay, justo como las esperaba: de las que te pegan al libro. En cuanto me adentré en la aventura me olvidé de mirar por qué página iba. Descifrar códigos para salir con vida de esta nueva experiencia vuelve a ser el motor de la aventura. Esta vez será una montaña la protagonista, y ellos -el equipo- vivirán lo impensable dentro de ella. Pruebas y más pruebas que, o se pasan satisfactoriamente (y Matilde no se lo pone nada fácil a sus personajes), o acaban con sus vidas. Lo interesante es cómo Matilde Asensi relaciona esas pruebas con las Bienaventuranzas, pero también la relación directa del cristianismo, el catolicismo, el judaísmo e incluso el islamismo. Por decirlo de otra forma: hace ver algo que ya sabemos: las religiones beben de la misma historia, de ahí que haya tantos puntos de encuentro, y aquí tenemos, entre otros, a una católica (Ottavia), un copto no prácticamente (Farag), una musulmana (Sabira), un judío (Gilad)...

Para mí el fuerte de "El regreso del catón" son las aventuras y el sentido del humor. Me he reído muchísimo con Ottavia y sus manías, su carácter insoportable es paródico al lado de la tranquilidad de Farag, la seriedad de Kaspar, el saber estar de Abby y la naturalidad de Isabella.

Aun así, además de aventuras y peligros, tendremos otra historia de amor de cuyos protagonistas no os hablo para que lo descubráis en la novela.

Desde luego Matilde Asensi sabe cómo escribir una novela entretenida y divertida.

Anika Lillo

Foto homenaje: