El puño del emperador

Opinión:

Los legionarios romanos hablan con temor de un fantasma sármata que degolló a cuarenta hombres en una sola noche. Ese fantasma es en realidad Tamura, una guerrera tan sigilosa y letal como la misma muerte.

La guerrera sármata vuelve al bastión del rey Banadaspo. Allí recibe la orden de partir hacia Carnuntum para conseguir un tratado de paz para su pueblo firmado por el emperador Marco Aurelio.

Al mismo tiempo que ella emprende su viaje, el emperador, al mando de diez legiones, se dirige al norte dispuesto a derrotar a los bárbaros. Para él solo hay dos opciones: paz romana o muerte.

Antes de partir, Marco Aurelio deja el mando de la ciudad en manos del general Jano Convector. Jano no imaginaba que esa misión se convertiría en un infierno cuando deba enfrentarse a una serie de crímenes y a una peligrosa red de espías.

Tamura tendrá que abandonar su reino de sombras para conseguir lo que su rey le ha ordenado. Si lo consigue habrá unos años de paz para los suyos; si falla, terminará crucificada, en el mejor de los casos.

"El puño del emperador", de Alberto Caliani, es una novela ambientada en el siglo II después de Cristo. No es una novela histórica al uso, sino una en la que se conjugan suspense, romance, batallas y traiciones.

Jano y Tamura, enemigos irreconciliables, tienen más en común de lo que creen. Ambos acatan órdenes sin cuestionarlas y darían hasta la última gota de su sangre por sus dirigentes. Además, ambos están llenos de cicatrices físicas y emocionales.

En este duelo de titanes, hay secundarios de lujo. Mi favorito es Ictis, un pendenciero buscavidas fácilmente reconocible por la cabeza de moloso que corona su descerebrada testa. Se gana tu simpatía desde el primer momento, pese a ser capaz de vender a su madre por conseguir unos sestercios con los que jugar a los dados.

Caliani despliega en esta novela su gran bagaje literario y consigue una novela excelente en la que no solo los personajes te conquistan desde las primeras líneas, sino que también tiene una ambientación tan lograda que consigue que llegues a sentir el olor de la sangre en el campo de batalla, o el hedor de las calles de Carnuntum.

Un NOVELÓN, así con mayúsculas, que no debéis perderos. Eso sí, recordad el famoso "Alea jacta est"; una vez que hayáis leído las diez primeras palabras, estaréis perdidos…

Ana G. Aranda